Un nuevo modelo matemático demuestra que la ausencia de nieve en el Ártico impedirá a las focas anilladas cavar refugios para proteger a sus crías de los depredadores, lo que reducirá entre el 50 y el 99 % sus poblaciones para finales de siglo. Hoy ellas son protagonistas de nuestro #Cienciaalobestia.
Las focas anilladas (Phoca hispida) no están especialmente en peligro en el Ártico. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el estado del mamífero suscita una preocupación menor. Pero es posible que su suerte cambie con la disminución del hielo marino, que desciende a una tasa del 12,8 % por década, y sobre todo con la ausencia de nieve.
Estos animales dependen del hielo marino estable para reproducirse y criar a su descendencia, pero es sobre todo la presencia de abundante nieve lo que les permite sobrevivir. Las focas cavan refugios –con accesos directos también desde el agua, que se encuentra bajo la superficie– para aislarse del frío extremo y para proteger a sus crías de los depredadores hasta el momento del destete.
Sin embargo, la reducción de la cobertura de nieve está obligando a estos mamíferos a parir en la superficie del hielo, lo que aumenta la mortalidad de las crías al estar más expuestos a osos polares, orcas, morsas, y lobos. Un equipo liderado por la Universidad de Alberta (Canadá) ha desarrollado un modelo matemático para predecir la futura situación de las poblaciones que habitan frente al Golfo de Amundsen y la zona del Príncipe Albert Sound en Canadá.
“Fue sorprendente ver que en el futuro habrá poca nieve disponible para la construcción de madrigueras”, dice Jody Reimer, autor principal del estudio publicado en la revista Ecological Applications y candidato a PhD en la Universidad de Alberta.
Los científicos se sorprendieron de la magnitud de las disminuciones proyectadas de la población: entre el 50 % y el 99 % para el año 2100. Pero también mostraron que este declive podría estar impulsado en gran medida por la nieve insuficiente en el hielo, en lugar de la ruptura temprana de este.
“Cuando incluimos las estimaciones demográficas publicadas anteriormente en nuestro modelo, este predijo que la población disminuiría drásticamente, lo que no concuerda con el hecho de que aún existan focas anilladas en esa área”, precisa Reimer.
El modelo proyectó un descenso general de la población de focas, pero el declive será más acusado en el caso de los juveniles. Menos crías llegarán a su adolescencia. Según los expertos, cada generación se irá reduciendo y afectará en especial a los juveniles que ya no alcanzarán la larga esperanza de vida de 43 años de los adultos.
Por su dependencia al hielo marino y la nieve, estas focas se convierten en buenos indicadores del cambio climático. Son muy abundantes y tienen una gran distribución geográfica y, por lo tanto, están expuestas a una gran variedad de impactos del cambio climático.
Además, los cambios en la composición de la comunidad de los sistemas marinos del Ártico se observan a través de su dieta, a medida que cambian sus presas en función de las que están disponibles.
Dada su sensibilidad a la cobertura de nieve, estos animales proporcionan información sobre la salud de los ecosistemas marinos del Ártico. Los científicos insisten en que es necesario también entender los factores que afectan a la supervivencia de los adultos para evaluar la viabilidad de la población con los cambios del clima del Ártico.
Referencia bibliográfica:
Reimer, Jody, et al. 2019. “Ringed seal demography in a changing climate” Ecological Applications. DOI: 10.1002/eap.1855