El riesgo de cáncer de mama no invasivo o in situ, que no invade ni se multiplica en otros tejidos, no se beneficia de la actividad física, en contra de lo que ocurre en el cáncer de mama invasivo. Los expertos sugieren que dicha actividad ejercería su protección una vez que el tumor comienza la invasión del tejido mamario.
Un estudio europeo, publicado recientemente en la revista Cancer Epidemiology, Biomarkers & Prevention, ha analizado la asociación entre la actividad física y el cáncer de mama in situ o no invasivo, es decir, que aún no ha llegado a otro tejido de dentro o fuera de la mama.
Dirigido por investigadores de diez países europeos, entre ellos España, el trabajo realizado en el marco del Estudio Prospectivo Europeo sobre Nutrición y Cáncer (EPIC) concluye que la actividad física no se relaciona con el riesgo de desarrollar este tipo de cáncer no invasivo.
Tras más de once años siguiendo una cohorte europea de 283.927 mujeres, entre las que se detectaron 1.059 casos de cáncer de mama in situ, los autores tampoco encontraron ninguna asociación según el tipo de actividad física.
Además, los resultados no variaron entre mujeres de edades pre y postmenopáusicas, y tampoco entre mujeres obesas y no obesas. No ocurre lo mismo para el cáncer de mama invasivo, en el que numerosos estudios epidemiológicos han puesto de manifiesto que este factor se asocia con un menor riesgo.
“El cáncer de mama in situ podría responder a una etiología (causas) distinta a la del cáncer de mama invasivo, o bien la actividad física ejerce su efecto de protección en etapas más tardías del proceso de carcinogénesis, lo que explicaría que no se haya encontrado esta asociación en el no invasivo”, sostiene María José Sánchez Pérez, directora del Registro de Cáncer de Granada y una de las autores del estudio.
El carcinoma de mama ductal in situ es la forma más frecuente de cáncer de mama no invasivo en mujeres, y se considera un factor de riesgo o precursor para el desarrollo de un cáncer de mama invasivo. Por tanto, la asociación entre la actividad física y este cáncer indicaría que el ejercicio podría actuar como factor de protección en las primeras etapas del proceso de carcinogénesis, pero no se ha encontrado esta relación.
Distintos resultados para el cáncer invasivo
Un estudio previo realizado en la misma cohorte investigó la asociación entre la actividad física y el riesgo de desarrollar cáncer de mama invasivo y encontró que las mujeres menopáusicas físicamente activas tienen un 14% menos riesgo de desarrollar este cáncer frente a las menopáusicas sedentarias.
Los resultados desvelaron que la actividad física global, de intensidad moderada y elevada, disminuye el riesgo de desarrollar cáncer de mama en un 8% y 14%, respectivamente. Este efecto fue similar para la actividad física recreacional y las tareas domésticas.
De hecho, en el informe de expertos publicado por la Fundación Internacional para la Investigación del Cáncer (WCRF, por sus siglas en inglés) en el año 2007, y en su actualización en 2010, se concluye que existe suficiente evidencia sobre este efecto de protección de la actividad física, si bien esta evidencia es aún más convincente en el caso de las mujeres menopáusicas.
Uno de los tumores más frecuentes
El cáncer de mama continúa siendo uno de los más frecuentes en la mujer en los países desarrollados. Aunque en la última década se ha observado una disminución de la incidencia, esta sigue siendo elevada debido a los estilos de vida de la población –patrones reproductivos, dieta, sedentarismo…–.
En la actualidad, la prevención primaria es el eje prioritario de actuación para tratar de reducir la incidencia de este cáncer. “Los factores de riesgo que se han asociado con suficiente evidencia al cáncer de mama son la obesidad –en mujeres menopáusicas– y el consumo de alcohol, mientras que la actividad física y la lactancia son factores que confieren protección frente al desarrollo de este cáncer”, concluye Sánchez.
Referencia bibliográfica:
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