El Centro de Investigación del Cáncer (CIC) de Salamanca podría iniciar proyectos conjuntos con la Washington University School Medicine de San Luis en Misouri (EE UU) sobre inestabilidad genómica.
El grupo de investigación de Alberto Martín Pendás es el que podría colaborar con la Washington University School Medicine, puesto que su campo de investigación es relativamente similar al de Susana Gonzalo.
Los científicos de este grupo de Salamanca "están generando una cantidad de líneas de ratones deficientes en muchas proteínas y todas ellas juegan algún papel en mantener la estabilidad genómica, de forma que nosotros podríamos ver qué defectos con respecto a los telómeros de los cromosomas tienen estos modelos", explicza la investigadora.
Los cromosomas son los cuerpos de ácido desoxirribonucleico (ADN) que tienen forma de bastoncillos y que son visibles en el núcleo de las células durante la divisón de la célula o mitosis; mientras que los telóremos constituyen el extremo de los cromosomas, encargados de mantener la estabilidad genética.
"El telómero es una estructura que se encuentra al final del cromosoma y lo protege", explica Susana Gonzalo. Un cromosoma sin telómero estaría expuesto, la célula lo vería como una rotura del ADN, de manera que, como las células tienen mecanismos para reparar el ácido desoxirribonucleico, actuaría para unirlo a otro cromosoma, provocando así una alteración genética.
Como el cordón de un zapato
Sin embargo, "los telómeros tienen una secuencia específica de ADN y forman una estructura que se dobla sobre sí misma y esconde el final del cromosoma para que la célula no lo reconozca e intente repararlo". Dicho con una analogía más gráfica, el telómero sería como el cordón de un zapato. "El cromosoma es el cordón y el telómero es el plástico del extremo; si lo quitamos, el cordón se empieza a deshilachar", comenta, citando un ejemplo clásico.
El trabajo de los científicos del grupo de Susana Gonzalo es identificar nuevas vías de regulación del telómero. En este sentido, "hemos encontrado que las laminas, que son unas proteínas estructurales del núcleo celular, impactan en la estructura, la longitud y la función del telómero", de modo que la pérdida de laminas lleva a impedir que el ADN se repare correctamente.
"Hemos identificado una proteína que baja mucho en ausencia de laminas y se sabe que dicha proteína es necesaria para que se produzca la reparación del ADN", apunta. Por eso, "estamos investigando, precisamente, el mecanismo por el cual esta proteína se degrada cuando no hay laminas".
Uno de los aspectos más relevantes en cáncer y en envejecimiento es que se produce inestabilidad genómica y esto "lleva a problemas de proliferación celular, bien por aumento, bien por defecto". De ahí, la importancia de líneas de investigación como ésta.
"Investigando los mecanismos moleculares que están afectados tanto en los tumores como en envejecimiento, podemos tener una idea acerca de las terapias que podrían realizarse", es decir, identificar lo que se conoce como dianas terapéuticas, afirma la experta, que pone como ejemplo la identificación de una proteína que se une al gen p53, muy importante porque aparece alterado en casi la mitad de los tumores.
Modelos de ratón
"Las laminas son proteínas estructurales del núcleo y están asociadas a una variedad increíble de enfermedades, entre ellas, distrofias musculares y envejecimiento prematuro o progeria", asegura Susana Gonzalo, que recuerda que el grupo de Alberto Pendás trabaja, precisamente, en este campo y que ha desarrollado un modelo de ratón para investigarlo.
En definitiva, "las laminas y los telómeros juegan un papel muy importante en la proliferación celular y, entendiendo cómo lo hacen, podemos llegar a entender mejor los procesos de envejecimiento y cáncer".
La trayectoria de Susana Gonzalo en la Washington University School Medicine es ya larga, aunque interrumpida por una estancia en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) de Madrid, en el grupo de María Blasco. Allí comenzó a trabajar en biología del telómero y los organismos que lo regulan y que pueden estar implicados en cáncer. Más tarde, volvió a San Luis para seguir esta línea de investigación que podría ampliar con colaboraciones con el Centro del Cáncer de Salamanca.