Varios trabajos ya han demostrado que los seres humanos infectados por el parásito de la malaria son más atractivos para los mosquitos. Ahora, un equipo internacional de investigadores ha descubierto, en ratones, que este reclamo tiene su origen en el olor que desprenden los ejemplares con paludismo.
Los ratones infectados por uno de los parásito de la malaria, Plasmodium chabaudii, desprenden un aroma que atrae a más mosquitos, según revela un estudio publicado hoy en la revista PNAS y realizado por el Instituto Federal de Tecnología de Zúrich (ETH) y la Universidad Estatal de Pensilvania (PSU).
La Organización Mundial de la Salud estima que en 2012 el paludismo –o malaria– causó cerca de 627.000 muertes. Se trata de una enfermedad que se transmite por la picadura de mosquitos portadores del parásito que, a su vez, se convierten en vectores de infección cuando se alimentan de la sangre de los mamíferos contagiados.
“Hemos observado diferencias significativas entre los perfiles de las sustancias volátiles desprendidas por los ratones infectados con malaria y los sanos”, indica a Sinc Mark C. Mescher, autor principal del estudio y científico en el ETH.
En concreto, según el experto, los insectos se sintieron especialmente atraídos por los roedores durante un periodo clave, después de desaparecer los síntomas agudos de la enfermedad. Esta es una fase en la que el parásito se mantiene en fase transmisible (contagiosa) con unos niveles muy altos en sangre.
Así, los resultados sostienen que los parásitos alteran el olor de sus hospedadores con el fin de atraer a más mosquitos e incrementar la probabilidad de transmitir la malaria.
“Estos hallazgos podrían ser útiles para desestabilizar la transmisión vectorial, por ejemplo, a través de la mejora de los señuelos de mosquitos o los repelentes”, declara Mescher.
Además, el científico explica que también podría aplicarse para el diagnóstico del paludismo. “Aunque parece una herramienta de diagnóstico útil, la química volátil es muy variable entre los individuos ya que influyen muchos factores ambientales y genéticos”, añade.
Sin embargo, los autores creen que, en este caso, en el que los vectores modifican los olores de sus hospedadores, podría ser más fácil identificar una señal fiable, incluso en humanos, contra el ruido de fondo.
“Sospechamos que la malaria también provocaría los mismos cambios en las personas infectadas. De hecho, ahora estamos investigando los resultados de este trabajo en poblaciones africanas”, sostiene el científico.
En este caso, uno de los objetivos del equipo será identificar marcadores biológicos que ayuden a reconocer aquellos portadores asintomáticos de la patología.
El experimento
Los autores utilizaron una técnica llamada cromatografía de gases para determinar los compuestos volátiles liberados por los ratones. Mediante este método, descubrieron cuáles eran los elementos más comunes entre los roedores infectados: ácido hexanoico, tridecano, ácido butanoico 2-metilo y ácido butanoico 3-metilo.
“Seleccionamos los compuestos que parecían ser relevantes y manipulamos a los ratones sanos, de forma que les añadimos cantidades adicionales de estos elementos químicos. De esa manera, los ratones infectados olían igual que los sanos y, además, atraían de forma similar a los mosquitos”, concluye Mescher.
Referencia bibliográfica:
Consuelo M. De Moraes, Nina M. Stanczyk, Heike S. Betz, Hannier Pulido, Derek G. Sims, Andrew F. Read and Mark C. Mescher. “Malaria-induced changes in host odors enhance mosquito attraction”. (2014). PNAS.
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