La revista Science publica esta semana dos comentarios técnicos que ponen en tela de juicio algunas de las conclusiones sobre el fósil homínido Ardipithecus ramidus que el equipo de Tim White anunció en la misma publicación científica en octubre de 2009. Los investigadores cuestionan el hecho de que ‘Ardi’ fuera un homínido y que viviera en bosques densos.
En octubre de 2009, un equipo de 48 científicos dirigidos por Tim White de la Universidad de California en Berkeley (EE UU) publicó once estudios en Science que resumían 17 años de trabajo de excavación de fósiles del homínido Ardipithecus, entre los que se encontraban el esqueleto parcial de una hembra apodada ‘Ardi’, así como 150.000 fósiles de plantas y animales.
Science publica ahora dos comentarios técnicos o críticas que contradicen parte de las conclusiones de White. El autor del primer comentario, Esteban Sarmiento, investigador en la Fundación de Evolución Humana (EE UU), señala que no se presentaron evidencias de que ‘Ardi’ fuera un homínido (todos los seres de la línea evolutiva de los humanos tras la separación con las líneas de gorilas y chimpancés). El investigador critica el que Tim White y su equipo no describiera la anatomía que separa los simios africanos del “supuesto” homínido.
“Las características citadas el 2 de octubre de 2009 en Science que demostraban que Ardipithecus era un homínido son características que existen en fósiles que no son homínidos como Oreopithecus, Sivapithecus, Graecopithecus, y también en chimpancés y gorilas”, explica a SINC Sarmiento.
El investigador señala la necesidad de realizar un estudio más completo de la anatomía de ‘Ardi’ para asegurarse de que era un homínido, ya que “según las fotos publicadas parece tener características de antecedentes comunes de chimpancés, gorilas y humanos”, comenta el científico.
‘Ardi’ pudo ser un animal que existió antes de la separación entre humanos, chimpancés y gorilas o antes de la aparición de los póngidos (familia de primates antropomorfos constituida por grandes simios como orangutanes o gorilas).
Según el comentario de Sarmiento, lo más probable es que fuera un antepasado gorilas, chimpancés y humanos, pero no se puede estar seguro, porque “no sabemos si tuvo crías”, advierte el experto.
El cuestionado hábitat de ‘Ardi’
El equipo de White caracterizó el entorno de lo que ahora es Aramis (Etiopía) como bosques o manchas de bosque con un clima más frío y más húmedo que el actual. Pero el segundo comentario técnico explica que las pruebas que confirman la existencia de estos bosques en el yacimiento africano donde vivió la criatura hace 4,4 millones de años son escasas. “Hay en cambio pruebas abundantes que evidencian la existencia de hábitats de sabana abierta”, explica Thure Cerling, autor de la crítica y geoquímico de la Universidad de Utah (EE UU).
La importancia de la crítica, formulada por ocho geólogos y antropólogos de siete universidades, reside en que se utilizó la afirmación de que el fósil ‘Ardi’ vivía en bosques como argumento en contra de la larga teoría de la evolución humana conocida como hipótesis de la sabana, que sostiene que una expansión de sabanas, llanuras herbáceas con árboles o arbustos, incitó a los simios antepasados de los humanos a bajar de los árboles y empezar a caminar erguidos para buscar alimentos de manera más eficaz o busca refugios o recursos.
La mayoría de los autores estudiaron los suelos antiguos y otros indicadores geológicos del entorno en los yacimientos de los homínidos africanos, y se basaron en las propias conclusiones de White. La crítica concluye que lo más probable es que ‘Ardi’ viviera en una sabana arbolada con entre 5 y 25% de la zona cubierta por árboles o arbustos, y no el 60% mínimo necesario para encajar en la definición de un bosque de dosel cerrado. Cerling reconoce que ‘Ardi’ podría haber vivido en la ribera boscosa de un río, pero “ciertamente se trataba de un río que cruzaba la sabana”.
“No era una pradera como tal, pero tampoco era un bosque”, explica Brown, otro de los autores, y decano del Colegio de Minas y Ciencias de la Tierra de la Universidad de Utah. “Era lo que la gente denomina sabana”, continúa Cerling, que no defiende la hipótesis de la sabana, sino que los datos ofrecidos por White la apoyan en lugar de contradecirla.
Aunque los autores de la crítica no ponen en duda la validez de la hipótesis de la sabana, la relación entre el caminar erguidos de los antepasados de los humanos y la expansión de las praderas “sigue siendo una idea defendible”.
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Referencias bibliográficas:
E.E. Sarmiento. “Comment on the Ardipithecus ramidus Science special issue” Science, 27 de mayo de 2010.
T.E. Cerling; F.H. Brown; N.E. Levin; J. Quade; J.G. Wynn; D.L. Fox; J.D. Kingston; R.G. Klein. “Paleoenvironment of Aramis, Ethiopia” Science, 27 de mayo de 2010.