WWF ha publicado hoy el estudio ¡Amazonia Viva! Una década de descubrimientos 1999-2009. La organización ecologista confirma que se trata de uno de los espacios naturales más diversos de la Tierra, pero durante los últimos 50 años, el ser humano ha causado la destrucción de al menos el 17% del bosque tropical del Amazonas.
WWF, a través de su iniciativa por el Amazonas, trabaja para asegurar el futuro de la zona con mayor biodiversidad del planeta y solicita que se refuerce el programa de trabajo de las áreas protegidas de la Convención de la Diversidad Biológica (CBD, en sus siglas en inglés), que deben alcanzar, como mínimo, el 20% de las áreas terrestres, costeras y de alta mar.
Las nuevas especies descritas en ¡Amazonía viva!: Una década de descubrimientos 1999 - 2009, incluyen 637 plantas, 257 peces, 216 anfibios, 55 reptiles, 16 aves y 39 mamíferos.
“Muchos de los descubrimientos de nuevas especies fueron realizados en la red de áreas protegidas amazónicas. Este año, el Año de la Biodiversidad, es una excelente oportunidad para que los jefes de Estado ayuden a proteger aún más la diversidad de vida del Amazonas, para asegurar la supervivencia de las especies que viven ahí, así como el suministro continuo de bienes y servicios ambientales de los cuales todos nos beneficiamos”, ha explicado Yolanda Kakabadse, presidenta de WWF Internacional.
Entre las especies descubiertas destaca Ranitomeya amaoónica, una rana con una coloración de fuego en la cabeza que contrasta con un estampado azul como un patrón acuático, en su patas. El hábitat principal de la rana se encuentra cerca de la zona de Iquitos, en la región de Loreto (Perú) en un bosque primario húmedo de tierras bajas. Esta rana también ha sido encontrada en la Reserva Nacional peruana Alpahuayo-Mishana en Perú.
La primera especie nueva de anaconda identificada desde 1936, descrita en el 2002 en la provincia amazónica del noreste boliviano, y luego encontrada también en las llanuras inundables de la provincia boliviana de Pando. Se creyó inicialmente que la Eunectes beniensis, de cuatro metros de largo, era resultado de la hibridación entre la anaconda verde y la amarilla. Sin embargo, luego se determinó que era una especie diferente.
Un loro calvo, Pyrilia aurantiocephala, que exhibe un asombroso espectro de colores. Encontrado sólo en algunas localidades de los ríos Madeira baja y alto Tapajos en Brasil, esta especie ha sido registrada como “casi amenazada” debido a su población moderadamente baja que está disminuyendo por la pérdida de hábitat.
El delfín rosado (o del Amazonas) fue registrado por la ciencia en 1830 y recibió el nombre científico de Inia geoffrensis. En 2006, la evidencia científica mostró que existe una especie diferente del delfín en Bolivia, aunque algunos científicos la consideran una subespecie de Inia geoffrensis. A diferencia de los delfines del Amazonas, sus parientes bolivianos poseen más dientes, cabezas más reducidas y cuerpos más pequeños, anchos y redondeados.
Una nueva especie de diminuto pez gato rojo y ciego que vive principalmente en aguas subterráneas. Descubierto en el estado de Rondonia (Brasil), el pez Phreatobius dracunculus comenzó a aparecer después de cavar un pozo en el pueblo de Río Pardo, cuando fueron accidentalmente atrapados en baldes utilizados para extraer agua. Desde entonces, la especie ha sido vista en otros 12 pozos de los 20 que existen en la región.
El Amazonas, en peligro
Aunque la mayor parte de la región amazónica continúa casi inexplorada, las amenazas hacia ella se están incrementando rápidamente. Durante los últimos 50 años, el ser humano ha provocado la destrucción de al menos 17% de los bosques tropicales amazónicos, un área más grande que Venezuela o dos veces del tamaño de España.
Una de las principales causas de esta transformación es el rápido crecimiento de la demanda de carne, soja y biocombustible en los mercados regionales y mundiales. Esto incrementa la demanda de tierra. Se estima que el 80% de las áreas deforestadas en la Amazonía son ocupadas por pastizales para ganado.
Los modelos de desarrollo no sostenibles, el rápido crecimiento económico regional y la creciente demanda de energía también están causando un impacto en la Amazonía.
Los bosques amazónicos almacenan entre 90.000 y 140.000 millones de toneladas de carbono. Liberar una pequeña porción de esta reserva de CO2 –por la pérdida de bosques y cambios en el uso de la tierra- aceleraría el calentamiento global de forma significativa.
A través de la iniciativa, WWF trabaja para acercar a los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado, y promover los procesos de transformación necesarios para implantar un escenario alternativo que conserve mejor la biodiversidad del Amazonas.
La meta es una visión compartida de conservación y desarrollo que sea económica, ambiental y socialmente sostenible. La solución pasa por la valoración apropiada de los ecosistemas naturales y los bienes y servicios que aportan. También por la puesta en marcha de ‘buenas prácticas’ en la gestión de la agricultura y la ganadería, así como del desarrollo de infraestructuras de transporte y energía que minimicen los impactos al entorno.