Un estudio de científicos estadounidenses responde a la incógnita en torno a la desaparición estacional del tiburón peregrino (Cetorhinus maximus). Los investigadores han descubierto que el segundo pez más grande del mundo viaja durante meses en aguas tropicales del Océano Atlántico a profundidades de entre 200 y 1.000 metros durante el invierno.
Al descubrir el viaje del tiburón peregrino en aguas del Atlántico, el equipo de investigación estadounidense muestra lo poco que se conoce sobre el que es casi el mayor de los animales marinos, detrás del tiburón ballena.
“Aunque se les suele avistar en aguas superficiales durante los meses de verano y otoño, la desaparición de los tiburones peregrinos durante el invierno ha sido una gran fuente de debate desde que un artículo de 1954 sugiriese que hibernan en el fondo oceánico durante dicha época”, ha explicado Gregory Skomal, autor principal e investigador de la División de Pesca Marina de Massachussets (Estados Unidos).
“Unos 50 años después, hemos contribuido a resolver el misterio a la vez que a redefinir la distribución que se conoce de esta especie”, ha añadido el científico.
La tecnología de marcado basada en el uso de satélites y una novedosa técnica de localización geográfica han permitido a los investigadores averiguar que los tiburones peregrinos realizan migraciones de escala oceánica. Estos peces viajan a través de las aguas tropicales del Océano Atlántico durante el invierno a profundidades de entre 200 y 1.000 metros.
Los resultados del estudio, que se publica hoy on line en Current Biology, muestran que los tiburones permanecen a esas profundidades durante semanas o incluso meses enteros. Skomal ha apuntado que “con esta acción, los tiburones han evitado que los humanos los detectemos durante milenios”, un dato sorprendente teniendo en cuenta que el tiburón peregrino es uno de los mayores animales marinos, llega a medir más de 10 metros y a pesar unas siete toneladas.
Localizar al tiburón, un desafío
Los investigadores se sorprendieron mucho la primera vez que recibieron una señal de los tiburones marcados desde las aguas tropicales del Atlántico occidental, en las proximidades del Caribe y las Bahamas. Una de las razones es que siempre se ha creído que los tiburones peregrinos eran tiburones de aguas frías que sólo vivían en regiones templadas.
Además de desaparecer durante largos periodos de tiempo, estos tiburones se alimentan exclusivamente de plancton, por lo que no se los puede capturar fácilmente con los métodos tradicionales de caña y carrete. Cuando los tiburones se encuentran más cerca de la superficie oceánica, pasan su tiempo en aguas frías y ricas en plancton, que reducen la visibilidad subacuática y complican el buceo.
Los hallazgos podrían tener consecuencias importantes para la conservación de los tiburones peregrinos, que han experimentado un drástico declive en el último medio siglo y aparecen en la lista de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
“Unido a los últimos datos genéticos, nuestro hallazgo indica que la población atlántica, y quizás la población mundial, están interconectadas y pueden constituir una única población”, ha subrayado Skomal. Según el investigador, “la población mundial de tiburones peregrinos podría ser incluso menor de lo que antes se pensaba”. Por ello, el equipo de científicos insiste en coordinar en todo el mundo los esfuerzos para aumentar las poblaciones de tiburones peregrinos.
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Referencia bibliográfica:
Skomal et al. “Report: Transequatorial Migrations by Basking Sharks in the Western Atlantic Ocean” Current Biology 19, 1–4, 23 de junio de 2009.
DOI 10.1016/j.cub.2009.04.019