Para estudiar las causas del colapso que sufren las abejas de todo el mundo desde principios de este siglo, un equipo de ingenieros y veterinarios de la Universidad de Córdoba ha diseñado un sistema inalámbrico de monitorización para controlar en tiempo real la actividad de estos insectos en la colmena. El sistema, bautizado WBee, pretende facilitar la observación a científicos y apicultores para que estos detecten cualquier comportamiento anormal.
La evaporación del lago Poopó capturada por el satélite Proba-V en tres imágenes tomadas los días 27 de abril de 2014, 20 de julio de 2015 y 22 de enero de 2016./ ESA/Belspo
Reconstrucción de neandertal realizada por el paleoartista Fabio Fogliazza, del Laboratorio de Paleontología del Museo de Historia Natural de Milán, que se basó en indicios del uso de plumas por parte de esta especie. / Museo de la Evolución Humana (Burgos). Junta de Castilla y León
Diversos artículos científicos, publicados entre otros en Nature, databan hasta hace unos meses la desaparición de los neandertales (Homo neanderthalensis) en Europa en torno a 40.000 años. Sin embargo, un nuevo estudio demuestra que estos homínidos pudieron desaparecer antes de esa fecha en la península ibérica, en cronologías cercanas a los 45.000 años.
Varios cráneos de neandertales y, al fondo, un cráneo de Homo sapiens.
Científicos estadounidenses demuestran en el último número de Science que la lenta extinción de mamuts, mastodontes y perezosos gigantes al final de la última glaciación en Norteamérica provocó cambios en la vegetación y el incremento de los incendios, y no al revés. Los investigadores proponen la hipótesis del impacto de un meteorito hace unos 12.900 años como causa de la extinción masiva de estos grandes herbívoros.
Ejemplar hembra de Maculinea arion en el Reino Unido.
Un estudio de científicos estadounidenses responde a la incógnita en torno a la desaparición estacional del tiburón peregrino (Cetorhinus maximus). Los investigadores han descubierto que el segundo pez más grande del mundo viaja durante meses en aguas tropicales del Océano Atlántico a profundidades de entre 200 y 1.000 metros durante el invierno.