Diferentes especies de pájaros son susceptibles de chocar contra las aeronaves. En el caso de los tres aeropuertos de Nueva York (EE UU) es el mirlo americano, protagonista del #Cienciaalobestia, el que lo hace con mayor frecuencia. Un estudio ha analizado sus patrones de vuelo para determinar qué factores aumentan el riesgo de impacto.
La historia de choques entre pájaros y aeronaves comenzó durante uno de los primeros vuelos tripulados de los hermanos Wright en 1905. Desde entonces, las principales preocupaciones han sido no solo la seguridad de los pasajeros y mortalidad de las aves debido a la alta velocidad de los aviones, sino también el coste económico que suponen los daños materiales y los retrasos de las operaciones, estimados en 1.200.000 millones de dólares en todo el mundo cada año.
Aunque en las últimas décadas se han realizado muchos esfuerzos para reducir estos impactos, se han recogidos pocos datos sobre el movimiento y la presencia de las aves, cuyo conocimiento podría mejorar drásticamente las medidas de reducción de choques. Hasta ahora, las migraciones de estos animales, difíciles de controlar y de predecir en los aeropuertos, han sido a menudo ignoradas.
En un nuevo estudio, publicado en el Journal of Applied Ecology, científicos del Laboratorio de Ornitología de Cornell en EE UU, junto a otros expertos, han buscado patrones de movimiento animal entre los datos de colisiones con aves de tres aeropuertos del área de Nueva York (EE UU), desarrollando un modelo de predicción.
“De todas las colisiones de aves registradas en los aeropuertos Kennedy, Newark y LaGuardia durante un periodo de seis años, el mayor número se produjo durante la migración, especialmente durante el otoño, quizá debido a la gran cantidad de aves jóvenes inexpertas nacidas a principios de año”, explica la autora principal, Cecilia Nilsson.
El trabajo revela que el 90 % de los impactos afectaron a una especie migratoria. “Nuestro modelo predice que el riesgo de colisiones perjudiciales durante los periodos de gran intensidad migratoria aumenta hasta un 400 % y un 700 %”, añade Nilsson, que ahora se encuentra en la Universidad de Copenhague, en Dinamarca.
Este gráfico muestra el número de choques de aves por movimiento de aeronaves (barras azules) y el nivel de movimiento de aves (línea roja) entre 2013 y 2018 en tres aeropuertos de Nueva York. Ambos se disparan durante la migración, especialmente en otoño. / Jillian Ditner, Laboratorio de Ornitología de Cornell
Los investigadores utilizaron el radar de vigilancia meteorológica de dos estaciones cercanas para saber cuándo era más intensa la migración en los aeropuertos estudiados. Para definir qué especies se encontraban cerca de estas instalaciones a lo largo del año, los expertos también recogieron información del programa de observación de aves on line eBird.
Por último, con el objetivo de completar la información, el equipo usó el conjunto de datos de registros detallados de colisiones de aves que mantiene la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey, que opera los tres aeropuertos. Con todo, lograron asignar una puntuación de riesgo a las especies que chocaban con más frecuencia.
“Los daños causados por el impacto de un ave dependen en gran medida del peso del animal que impacta y de la tendencia de esa especie a moverse en bandadas”, explica la experta. “Cuando los pájaros de gran tamaño se mueven en grupo, el riesgo de que se produzcan mayores golpes es el más alto”, continúa.
Entre las especies con mayor grado de peligrosidad se encuentran los gansos canadienses, las garzas azules, los ánades reales y los buitres pavo, siendo los primeros los que tienen mayor probabilidad de causar daños. El mayor número de colisiones con aves en los tres aeropuertos se produjo con un pájaro cantor de tamaño medio, el mirlo americano.
Por otra parte, el despegue y el aterrizaje son los momentos en los que los aviones comerciales son más susceptibles de chocar contra las aves, ya que ambos comparten el espacio aéreo. En este sentido, las aeronaves militares también corren peligro en las altitudes más bajas porque van a mayor velocidad durante los ejercicios de entrenamiento. En altitudes de crucero, los aviones están a demasiada altura para encontrarse con la mayoría de las aves en vuelo.
“Es importante tener en cuenta que el momento, los movimientos y la composición de las especies de aves serán diferentes en cada lugar”, señala Nilsson. Como los datos de eBird y los del radar son conjuntos de datos continentales, “el método utilizado en nuestro estudio puede aplicarse a otros aeropuertos para ahorrar tiempo, dinero y posiblemente vidas”, concluye la experta.
Referencia:
Cecilia Nilsson et al. “Bird strikes at commercial airports explained by citizen science and weather radar data” Journal of Applied Ecology