Un equipo de científicos, coordinados por la Universidad de Oviedo, ha aplicado por primera vez una técnica de secuenciación masiva de ADN medioambiental para poder controlar las especies marinas invasoras que viajan en el agua de lastre de los grandes buques. Los resultados del análisis de los datos, recabados a bordo del Polarstern en una travesía desde el puerto de Bremen (Alemania) hasta Ciudad del Cabo (Sudáfrica), permite resolver ambigüedades a la hora de identificar a estos organismos.
A bordo del buque Polarstern, el equipo tomó diariamente muestras del agua de carga del barco –un rompehielos alemán dedicado a la investigación– para monitorizar los organismos que sobreviven con el paso de los días y comprobar cuáles resisten a los cambios de temperatura y oxígeno, entre otros.
En la actualidad, el agua de lastre que los grandes cargueros utilizan para garantizar su estabilidad es la vía más rápida de dispersión de organismos marinos: los buques toman el agua en un puerto y la sueltan en un destino con una biodiversidad marina totalmente diferente.
La extracción de ADN y la secuenciación masiva de todas las muestras se realizó con tecnología de última generación en los laboratorios de los servicios científico-técnicos de la Universidad de Oviedo (UNIOVI), que ha liderado el trabajo que se ha publicado recientemente en Marine Pollution Bulletin.
Todo el material recogido arrojó miles de secuencias de ADN, cuyos análisis taxonómicos se desarrollaron teniendo en cuenta dos marcadores genéticos: uno para animales y otro para plantas (algas en este caso). "Los resultados se compararon con los datos obtenidos mediante identificación taxonómica de visu, al microscopio, llevada a cabo a bordo", dice Eva García Vázquez, catedrática de Genética de la UNIOVI y coordinadora del proyecto.
Esta técnica pionera permite ganar tiempo a la hora de realizar los controles de la biodiversidad marina ya que "resulta más ágil que el recuento visual de todas las muestras", explica el estudio. La secuenciación del ADN ambiental despeja además ciertas ambigüedades a la hora de identificar a los diferentes individuos y, de hecho, permitió localizar algunos organismos que no se pudieron reconocer en el recuento visual.
Especies que viajan miles de km a la fuerza
La distancia y variedad de las rutas que realizan los grandes cargueros que llevan en sus bodegas aguas de lastre permite a las cientos de especies viajar desde su hábitat original hasta lugares con una biodiversidad muy diferente. Las travesías suelen ser largas y las condiciones de temperatura y cantidad de oxígeno, entre otras, varían mucho por lo que solo sobreviven especies altamente resistentes, cuyo potencial invasor en el destino es alto.
En el caso de la ruta seguida por el Polarstern entre Bremen y Ciudad del Cabo la temperatura del agua de lastre alcanzó los 30 ºC a la altura del Ecuador, y el oxígeno disminuyó de forma drástica. Los protozoos y ciertos hongos, dentro de los animales, y algunas algas rojas aunque en menor proporción, demostraron ser las especies con una mayor capacidad de supervivencia en una travesía que los llevó desde las aguas del mar del Norte hasta la línea del Ecuador, territorios con una biodiversidad marina muy diferente.
Para los científicos, la identificación de estas especies supone un primer paso esencial para lograr un mejor control de la biodiversidad marina y frenar las biológicas que ahora suponen uno de los principales problemas medioambientales de los océanos. El artículo que se publica ahora es el primero de una serie de investigaciones.
Los trabajos se enmarcan dentro de las líneas de investigación del Observatorio Marino de Asturias e impulsados desde el Cluster de Energía, Medio Ambiente y Cambio Climático del Campus de Excelencia Internacional. Alumnos y profesores del Máster Erasmus Mundus en Biodiversidad Marina y Conservación participaron en la travesía de alrededor de un mes de duración.