Donna Arnett (Kentucky, 1959) fue paciente antes que epidemióloga, ya que con 27 años sufrió un infarto cerebral. Desde entonces su objetivo es luchar contra las enfermedades cardiovasculares, que afectan a las arterias y al corazón. SINC ha hablado con esta firme defensora de la salud pública durante su visita al Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC).
Enfermera, investigadora, y, ahora, presidenta de la Sociedad Americana del Corazón (AHA). Con su trayectoria, debe de tener una buena visión sobre la situación mundial de la enfermedad cardiovascular.
Las enfermedades cardiovasculares y los accidentes cerebrovasculares son la causa número uno de muerte en el mundo, con 17 millones de muertes cada año. Mi principal objetivo con la AHA es trabajar en la prevención e investigar la epidemiología de estas dolencias.
¿Qué es más importante, la prevención o la herencia genética?
La prevención, sin duda, porque existen tratamientos eficaces para la mayor parte de los factores genéticos que causan estas enfermedades. Por ejemplo, si alguien tiene una familia con hipercolesteloremia, hay fármacos para tratarla, igual que un paciente con predisposición genética a la hipertensión puede tomar medicamentos para disminuir la presión arterial.
Pero el estilo de vida occidental no lo pone nada fácil.
Es cierto, hemos construido sociedades en las que tenemos una vida muy cómoda y llevamos el coche a todas partes en vez de caminar o ir en bicicleta, pero creo que nos vamos despertando. Estamos aprendiendo a crear comunidades sostenibles en cuestiones de salud.
¿La crisis económica global afecta a la enfermedad cardiovascular?
No soy economista, pero creo que debemos pensar en las consecuencias que tendría a largo plazo un fracaso en la prevención de las enfermedades cardiovasculares y los accidentes cerebrovasculares. Tratarlas es mucho más caro que prevenirlas. Si logramos prevenir la obesidad, la hipertensión y la diabetes, se reducirá el coste de la atención sanitaria. Y este coste, en el futuro, podría salir más caro que el de la propia crisis económica.
¿De qué nuevas armas disponemos para luchar contra las enfermedades cardiovasculares?
La tecnología ha mejorado el acceso a herramientas y dispositivos web para llevar un seguimiento individualizado del estado de salud. Por ejemplo yo llevo un contador que monitoriza cuántos pasos doy al día, y así sé si he andado lo suficiente. Las nuevas plataformas de seguimiento sirven para recordar al paciente cuándo tomar la medicación, medirse la presión arterial…Y hay muchas nuevas áreas de investigación para prevenir y tratar estas enfermedades.
La enfermedad cardiovascular es diferente entre los dos sexos. ¿Son las mujeres las ‘cenicientas’ de este cuento?
Después de un ataque al corazón, las mujeres son más propensas a una insuficiencia cardíaca que los hombres. Hay que lograr que ellas sean conscientes de que sus síntomas pueden ser diferentes –como falta de aire o dolor de espalda–, y deben acudir al hospital para ser tratadas cuanto antes. La campaña Go Red for Women de la AHA para mejorar la conciencia sobre la enfermedad en mujeres cumple ahora su décima edición, y el 90% de las que se alistan en el movimiento han tomado la decisión de cambiar algo para mejorar su salud.
Prácticamente a diario aparecen remedios para prevenir o tratar estas dolencias. ¿Realmente funcionan los suplementos?
Muchos no han sobrevivido a los ensayos clínicos, pero el estudio recién publicado sobre el aceite de oliva y la dieta mediterránea, que se ha hecho en España, muestra los beneficios que puede tener un estilo de vida para prevenir enfermedades cardiovasculares. La dieta mediterránea y el aceite de oliva son los ganadores en la prevención.
¿El hecho de haber sido paciente antes que médico ha influido en su forma de trabajar?
Tuve un infarto cerebral a los 27 años, antes de terminar mi doctorado, que me hizo centrarme en la genética, ya que mi caso tenía un componente hereditario. Creo que por eso entré en el campo de la epidemiología genética.
Un estudio publicado la semana pasada por la AHA afirma que tener una mascota, sobre todo un perro, puede reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular. Parece muy sencillo.
Yo tengo cinco perros, así que estoy muy contenta con la noticia. Puede deberse a que el perro obliga a pasear a diario; y a que estar con él y acariciarlo reduce el estrés, aunque no conozcamos bien el mecanismo. Es un hallazgo muy importante.
¿Cuáles son sus predicciones para el futuro de la enfermedad cardiovascular?
El crecimiento de países tan grandes como Brasil y China va a traer consigo una rápida transición, debido a que sus habitantes cada vez padecen menos enfermedades infecciosas y más dolencias crónicas. Vamos a tener que ser muy creativos y rápidos para parar la pandemia de estas patologías.
Por último, ¿tres claves para mantener un corazón sano?
Primera, no fumar. Segunda, practicar al menos 30 minutos de ejercicio al día, y no hablo de pasear, sino de hacer que el corazón bombee más deprisa. Y tercera, cambiar la comida procesada y empaquetada por cinco piezas diarias de fruta y verdura. Esos serían mis tres consejos.