La actividad de las hormigas provoca cambios que pueden modificar la composición de los suelos, y por tanto influir en los resultados de estudios paleoambientales y paleoclimáticos, ya que también transportan restos de fósiles. Esta es una de las conclusiones de un trabajo realizado por varios grupos españoles en el yacimiento de Somosaguas en Madrid. Los científicos han determinado además los materiales que prefieren las hormigas para construir sus galerías.
En algunas regiones españolas, recoger y guardarse un fósil puede no tener consecuencias, pero en otras puede conllevar una sanción e incluso una detención. Paleontólogos y autoridades reclaman una legislación más precisa para proteger los fósiles en España.
Investigadores vascos han realizado un estudio que demuestra el uso de una piedra, denominada cuarcita, por parte de los neandertales que habitaron la cornisa cantábrica para fabricar herramientas en zonas en las que había poco silex.
Arqueólogos de España e Israel han demostrado que nuestros antepasados más remotos organizaban la producción de sus herramientas de manera estratégica. Los resultados se basan en el estudio de bifaces encontrados en yacimientos madrileños.
Una nueva especie de roedor descubierta por un equipo de paleontólogos liderado por la española Raquel López Antoñanzas ofrece nuevas perspectivas sobre los patrones de migración de animales entre Asia y África. El hallazgo de Sayimysnegevensis, que es como han denominado al mamífero, confirma que estos seres vivos se desplazaban entre ambos continentes hace 18 millones de años.
Investigadores de la Universidad de Oviedo han diseñado un modelo geológico tridimensional de los depositos de Río Tinto, en Huelva. El trabajo, basado en los datos de 3.000 sondeos, abre el camino para encontrar nuevos puntos de extracción en este enorme yacimiento minero.
Las marcas observadas en los restos fósiles pueden ser de origen humano o animal. Un experimento realizado por el IPHES ha permitido demostrar que las marcas halladas en huesos de conejos en yacimientos arqueológicos son obra de crías de lince ibérico, que modifican los restos de la misma manera que sus progenitores. Los resultados arrojan luz sobre los comportamientos de los linces durante la prehistoria.
Investigadores de la Universidad de Barcelona han reconstruido las características de la agricultura en sus orígenes comparando muestras de semillas y maderas de yacimientos en Oriente Próximo, cuna de la agricultura en Occidente, con muestras actuales. Los resultados permiten conocer las condiciones de humedad y fertilidad de los cultivos, así como el proceso de domesticación de los cereales por parte de los humanos, desde el neolítico hasta poco antes de la época prerromana.
En la mayor parte de los casos, los carnívoros juegan un papel esencial en la formación de yacimientos arqueológicos y paleontológicos. Esto se observa en las marcas que dejan sobre los huesos acumulados, lo que a menudo supone la única pista disponible para determinar qué animales intervinieron en la formación de un yacimiento.
Una de las cuestiones de los yacimientos de Atapuerca que genera más debate científico es la datación de los estratos donde se hallan los fósiles. Por ello, investigadores del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana –entre otros– se afanan en ajustar las fechas. Un estudio publicado por el Journal of Archaeological Science ha precisado que el sedimento de la Gran Dolina donde se hallaron en 1994 los primeros restos de Homo antecessor tiene una antigüedad de 900.000 años.