Investigadores de la Universidad de Barcelona han reconstruido las características de la agricultura en sus orígenes comparando muestras de semillas y maderas de yacimientos en Oriente Próximo, cuna de la agricultura en Occidente, con muestras actuales. Los resultados permiten conocer las condiciones de humedad y fertilidad de los cultivos, así como el proceso de domesticación de los cereales por parte de los humanos, desde el neolítico hasta poco antes de la época prerromana.
Un trabajo llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Barcelona, bajo la dirección del catedrático de Biología Vegetal de la Universidad de Barcelona Josep Lluís Araus, ha reconstruido las características de la agricultura en sus orígenes comparando muestras de semillas y maderas de yacimientos en Oriente Próximo –cuna de la agricultura en Occidente– con muestras actuales.
Los resultados permiten conocer, por primera vez mediante evidencias directas, las condiciones de humedad y fertilidad de los cultivos, así como el proceso de domesticación de los cereales por parte de los humanos, desde el neolítico (12.000 años atrás) hasta poco antes de la época prerromana (hace aproximadamente 2.000 años). La investigación se ha publicado en la revista Nature Communications.
Los investigadores han aplicado técnicas provenientes de la fisiología de cultivos para analizar los restos arqueobotánicos. Así, se analizaron 367 semillas de cereales —como por ejemplo cebada y trigo— y 362 restos de maderas obtenidas en once yacimientos arqueológicos de la Alta Mesopotamia, que incluye el sudeste de la actual Turquía y el norte de la actual Siria, en Oriente Próximo. Como material de referencia se analizaron semillas de cultivos actuales de trigo y cebada y maderas de especies similares a las arqueológicas crecidas en la región.
Una domesticación progresiva
Los investigadores compararon la medida de los restos de semillas con muestras actuales para determinar cómo se produjo la domesticación de los cultivos. "Hasta ahora, la metodología que se usaba no reconstruía la medida real, sino que medía la anchura y la longitud de semillas carbonizadas", explica Araus.
"Nosotros hemos reconstruido el peso de la semilla –añade– y hemos visto que su incremento continuó durante mucho más tiempo del que se pensaba, posiblemente durante varios milenios".
Según el investigador, esta selección inicial de semillas fue "inconsciente", es decir, los primeros agricultores se debían de quedar con las semillas más grandes y, así, progresivamente, debían de aumentar de medida.
Terrenos más fértiles y húmedos
El análisis de las composiciones isotópicas del carbono y del nitrógeno de las muestras –una técnica utilizada en la fisiología y mejora de cultivos– ha sido clave para describir las condiciones de la zona.
"La composición isotópica del carbono nos permite evaluar la humedad disponible para los cultivos, que logró un máximo hace aproximadamente 9.000 años y un descenso progresivo hasta los inicios de nuestra era", destaca Araus.
En cualquier caso, los investigadores no han encontrado evidencias conclusivas sobre un posible uso del riego como práctica habitual de cultivo. "Con esta información y con la medida de la semilla podemos evaluar la productividad máxima de los cultivos de aquella época", señala Araus.
Por otro lado, la composición isotópica del nitrógeno facilita información sobre la materia orgánica del suelo y su fertilidad.
Según Juan Pedro Ferrio, otro de los autores del estudio, "a pesar de que eran cultivos de secano, podemos decir que había una gran disponibilidad de nitrógeno en comparación con la actualidad: indudablemente, se cultivaba en terrenos mucho más fértiles que los actuales".
Condiciones climáticas
Además, se aprecia una pauta de progresivo decrecimiento en la fertilidad del suelo, seguramente por el sobrecultivo o por la extensión de las zonas de cultivo hacia terrenos menos fértiles, y también por el progresivo endurecimiento de las condiciones climáticas, indica Ferrio.
Todos estos datos permiten describir con más precisión las condiciones de la agricultura en sus orígenes y también la evolución de las poblaciones humanas ligadas a las prácticas agrícolas.
"Condiciones como una mayor o menor disponibilidad de agua o la fertilidad de los suelos se han relacionado en este estudio con el rendimiento de los cultivos", dice Araus.
Los rendimientos pasados, en relación con las necesidades calóricas medias de una persona, permiten, por ejemplo, tener una idea aproximada de qué superficie de cultivo era necesaria para alimentar a la población en épocas pasadas.
"Esta información –agrega el autor principal– se puede utilizar para conocer con más precisión los límites de crecimiento de los antiguos asentamientos y la evolución de una comunidad humana. La idea sería intentar integrar toda esta información en modelos para entender mejor el pasado".
Referencia bibliográfica:
"Agronomic conditions and crop evolution in ancient Near East agriculture"