Investigadores de la Universidad Rovira i Virgili han simulado el flujo de aire producido al toser y estornudar con un detalle sin precedentes gracias al uso de avanzados sistemas de computación. Los resultados ayudan a analizar la capacidad de los aerosoles infecciosos para dispersarse y mantenerse suspendidos, lo que facilita la transmisión del coronavirus y otros patógenos por vía aérea.
Eliminar la tuberculosis es el objetivo que se marca la Organización Mundial de la Salud para 2050, pasando por una primera fase para 2035 en la que los nuevos casos de tuberculosis deben reducirse a menos de 10 por millón de habitantes y año. El ambicioso plan se centra en 33 países en los que la enfermedad tiene una baja incidencia en la actualidad.
Consunción, tisis, mal del rey y plaga blanca son los nombres con los que se ha conocido a través de la historia. La tuberculosis, la segunda causa mundial de mortalidad causada por un agente infeccioso, ha sufrido en los últimos años un repunte en el mundo occidental, a pesar de que las cifras globales de afectados sean más bajas. Solo en España se dan más de 5.000 casos cada año.
Ante el riesgo de desarrollar neumonía, los médicos de cabecera recetan el antibiótico amoxicilina para tratar la tos asociada a las infecciones respiratorias leves. Ahora, un artículo publicado en la revista The Lancet Infectious Diseases cuestiona su utilidad y desvela sus efectos secundarios.