Una investigación de EE UU asegura que el personal sanitario encargado de tratar a nueve presos de la base de Guantánamo (Cuba) descuidó y ocultó pruebas relativas a los malos tratos sufridos por los prisioneros. Según el estudio, el primero de este tipo, algunos síntomas psicológicos de los presos, fruto de las torturas, eran atribuidos a “trastornos de personalidad”.
Las técnicas de interrogatorio coercitivas empleadas durante el mandato de Bush para obtener información de sospechosos de terrorismo es probable que hayan sido infructuosas y que hayan tenido muchos efectos negativos no intencionados en la memoria y las funciones cerebrales de los sospechosos. Así lo indica un nuevo estudio publicado hoy en la revista Trends in Cognitive Science.
El hipocampo y la corteza prefrontal son dos regiones cerebrales esenciales en los procesos de la memoria.
La revista The Lancet analiza esta semana en su editorial la posible revisión de la Declaración de Tokyo de 1975 sobre Ética Médica y Tortura con el objetivo de asegurar que son identificados aquellos médicos cómplices en la tortura de presos. La complicidad médica con la tortura y el maltrato de presos es una práctica común en los cerca de 100 países que la practican en la actualidad.