La comunicación de resultados científicos es un negocio muy lucrativo y bastante desconocido para la ciudadanía. Un gigantesco oligopolio de editoriales comerciales nos vende, a precios millonarios, el acceso a los resultados de la investigación financiada con el dinero de todos. Sin embargo, este hecho apenas llama la atención del público.
En el último año, Bik se ha visto envuelta en uno de los mayores escándalos de la pandemia: el relacionado con la hidroxicloroquina, el medicamento que Donald Trump ensalzó como una solución para la covid. Hoy, aunque este fármaco ha sido descartado por los ensayos clínicos, la historia aún no ha terminado.
Un estudio del Instituto de Salud Carlos III muestra la imagen de las publicaciones biomédicas de alto impacto. The New England Journal of Medicine acapara la mayor parte de los estudios más citados. Los resultados confirman también la dificultad que tienen las científicas de publicar en las revistas más prestigiosas.
El biólogo celular estadounidense Randy Schekman (Minnesota, 1948) ganó en 2013 el Nobel de Medicina. Aprovechó la ocasión para criticar duramente la burocracia científica y el sesgo en las publicaciones más populares, movidas por intereses comerciales. Schekman continúa en esta lucha a la vez que avanza con sus estudios en los que busca explorar nuevas áreas “a mi propio ritmo, siguiendo mi propia intuición”.
Los investigadores comparten sus hallazgos a través de estudios que se publican en revistas especializadas, en un proceso que puede alargarse durante muchos meses. Para acelerarlo, los biólogos siguen la estela de físicos y matemáticos, pioneros en los años 90, y quieren ahora unir plataformas y publicar en internet de forma preliminar sus trabajos con un objetivo: promover antes la discusión y transmisión de conocimiento.
Recibir un premio Nobel científico pasa hoy por publicar en grandes revistas especializadas, como Nature o Science. Ahora, muchas de las más grandes y prestigiosas editoriales privadas ofrecen información en abierto sin coste para el lector: es el autor quien paga. Sin embargo, otras publican en acceso abierto, sin costes para unos ni otros, y consiguen similares índices de impacto para la comunidad científica sin perder de vista la vocación pública.
La revisión por pares en ciencia –donde científicos independientes expertos en la materia valoran el paper– es la estrategia actual para garantizar la calidad y el control en la investigación científica y, por ello, es fundamental para el mundo académico. Sin embargo, un estudio liderado por la portuguesa Catarina Ferreira desentraña por qué este sistema recibe con frecuencia duras críticas sobre su efectividad y transparencia, y propone alternativas para mejorarlas.
Después de vivir unos años en Canadá y EE UU, Bill Keyes llegó al Parque de Investigación Biomédica de Barcelona (PRBB) en mayo de 2009 para crear su grupo de investigación en el Centro de Regulación Genómica (CRG) sobre los mecanismos del cáncer y el envejecimiento. A Keyes, nacido en Kilkenny (Irlanda), le gustan las actividades al aire libre y pasar tiempo con sus dos hijos pequeños.
Aunque un 72% de las revistas dio instrucciones a sus revisores, tan solo un 6% de estas hizo alusión a la confidencialidad del manuscrito.