Una mala alimentación, la ingesta de alcohol, el sedentarismo… Los hábitos de vida poco saludables ya se detectan en la adolescencia temprana, y predominan especialmente entre las mujeres y los jóvenes de entre 19 y 26 años. Por lo tanto, las campañas de prevención deben tener muy en consideración dichos grupos de riesgo, y dirigirse incluso a menores de 13 años.