La tierra ya no es necesaria para el cultivo de patatas. Al menos, no para el cultivo de patatas de siembra. La Sociedad para la Transferencia de Tecnología en Patata (Newco) y el Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario del centro Neiker-Tecnalia han producido tubérculos en el aire mediante un sistema conocido como 'aeroponía'.
Cerca de los márgenes de ríos, arroyos estacionales y embalses, el helecho Marsilea batardae, también llamado trébol de cuatro hojas, lucha por sobrevivir. Su hábitat se fragmenta en la Península Ibérica, y además muchas veces se considera mala hierba. En la Comunidad Valenciana, esta planta endémica ya se ha extinguido, y en el resto de la Península se teme por su desaparición total.
A la mayoría de la población española le gustaría que su médico les recomendara plantas medicinales para adelgazar. Así lo indica una encuesta del Centro de Investigación sobre Fitoterapia (INFITO), responsable de la edición de un nuevo libro donde se aconseja que para que los programas de pérdida de peso sean eficaces deben aunar una dieta saludable, ejercicio físico y preparados farmacológicos de plantas medicinales.
Introducida hace 40 años, la planta exótica de origen sudafricano Galenia pubescens se concentra en ambientes alterados y costeros del sur de España. Al desconocer sus impactos en los ecosistemas, un equipo de investigación español ha estudiado su capacidad invasora. Las conclusiones apuntan que, aunque sus poblaciones son aún incipientes, es necesario un control eficaz para prevenir impactos mayores de esta planta “potencialmente” invasora.
Cuando las condiciones son adversas, no queda más remedio que adaptarse a ellas. Las plantas también lo hacen. Algunas hierbas que crecen en terrenos mineros tienen una resistencia inusual; están acostumbradas a vivir en un entorno tóxico y saben cómo hacerle frente. Partiendo de esta capacidad de adaptación, la investigadora Lur Epelde ha usado estas plantas como hierbas medicinales para suelos contaminados.
Un estudio dirigido por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha demostrado que las interacciones positivas que se establecen entre plantas son un mecanismo de preservación de la biodiversidad. Las conclusiones del trabajo han aparecido publicadas recientemente en el último número de la revista American Naturalist.