Investigadores de la Universidad de Harvard han integrado tejido muscular del corazón humano y un sencillo marcapasos en un pez fabricado con hidrogel. De esta forma han conseguido que se mueva durante más de 100 días de forma autónoma, estudiando los procesos biofísicos que están detrás para desarrollar un corazón artificial en el futuro.
Inspirado en el pez caracol de la fosa de las Marianas, este robot chino ha sido capaz de nadar de forma autónoma y autopropulsada a casi 11.000 metros de profundidad. Aunque de momento sus funciones son muy limitadas, sus creadores creen que el diseño, flexible, blando y ligero, puede sentar las bases de la robótica submarina en condiciones extremas.
Existe una especie de pez que madura a toda velocidad, el killi africano, protagonista de #Cienciaalobestia. Después de la eclosión del huevo, de apenas un milímetro, estos vertebrados acuáticos crecen hasta alcanzar su tamaño corporal completo de 4 o 5 cm y comienzan a reproducirse en tan solo dos semanas. Los expertos aseguran que es la tasa más rápida de maduración sexual registrada para un vertebrado.
Según su edad y, por tanto, su experiencia y condiciones físicas, el rivulín del manglar es capaz de dar saltos de distancias cada vez mayores. Mientras que los fuertes huesos de los más pequeños de la especie, protagonista de #Cienciaalobestia, les permiten brincar durante más tiempo; el desarrollo de su musculatura al crecer les capacita para impulsarse incluso doce veces su propio tamaño.
Los organismos asexuales son raros debido a las desventajas asociadas a este tipo de reproducción. Hasta ahora se consideraba que contribuía al deterioro de los genes, sin embargo, un análisis del pez Amazon molly, del que solo existen hembras, indica que su genoma presenta buena salud.
Un robot bioinspirado, con forma de pez y equipado con sensores químicos, es capaz de detectar anomalías en el agua in situ y en tiempo real. El sistema ha sido creado por investigadores de las universidades Politécnica de Madrid y de Florencia y está pensado para ser aplicado en el control de las condiciones ambientales en piscifactorías.
Ejemplar macho de un locha cavernario de 8.5 cm de longitud. / Jasminca Behrmann-Godel
Mide un poco más de diez centímetros pero el blénido dientes de sable, un pez de arrecife de coral, inyecta un veneno capaz de inmovilizar a los depredadores que le acechan produciéndoles un efecto calmante, como el de la heroína. Un equipo internacional de científicos ha analizado la composición de esta toxina que no produce dolor y que podría emplearse para el desarrollo de nuevos analgésicos.
Representación de la nueva especie, el Sparalepsis tingi / Brian Choo