Recreación artística de una mujer neandertal (en 1968 en Lezetxiki se encontró el humero entero de una neandertal) y un oso de las cavernas. / José Antonio Peñas | Sinc.
Investigadores del País Vasco han indagado sobre la interacción de los primeros neandertales y los úrsidos en la cornisa cantábrica. Su trabajo constata un fenómeno particular: los osos de las cavernas alternaron la ocupación de tres cuevas del valle del Deba (Gipuzkoa) con los humanos hace 120.000 años. Esta competencia entre carnívoros también se prueba en otras dos cuevas de la misma región, en humanos adscritos al Chatelperroniense –hace entre 36.000 y 32.000 años–.
Los restos de ADN neandertal en los humanos modernos –del que se mantiene hasta un 20%– están implicados con genes que afectan tanto a diversas enfermedades, como la de Crohn, como en otros aspectos relacionados con la adaptación al medio, como la producción de queratina. Estas son las principales conclusiones de dos estudios, publicados de forma simultánea en las revistas Nature y Science, tras el análisis de ADN neandertal en los humanos actuales.
Los paleoantropólogos siguen buscando sin éxito el ancestro común de los humanos modernos y los neandertales que vivieron en Europa hace miles de años. El estudio de 1.200 dientes fósiles revela que ninguno de los homínidos conocidos se ajusta al perfil esperado, tampoco Homo heidelbergensis, H. erectus ni H. antecessor.
Una investigación del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social, en colaboración con la Universidad Autónoma de Barcelona, documenta el caso más antiguo de tratamiento paliativo asociado a una enfermedad bucal, como la inflamación de las encías, realizado con palillos. Esto supone un paso más para caracterizar a los neandertales como una especie con un amplio abanico de adaptaciones al medio y recursos, incluso en medicina.
La campaña de excavaciones dirigidas por Eudald Carbonell en Capellades (Barcelona) ha sacado a la luz láminas con filos cortantes que evidencian un cambio tecnológico importante en la especie neandertal.
Los neandertales sufrieron tumores en los huesos como los que padecemos en la actualidad. Así lo confirma un estudio publicado en la revista PLOS ONE, basado en el hallazgo en Croacia de una costilla de neandertal que conservaba evidencias de la displasia fibrosa más antigua hasta la fecha, una tumoración benigna que a veces se acompaña de deformaciones en los huesos.
Un estudio ha precisado la antigüedad de los restos humanos neandertales de la cueva de El Sidrón (Asturias), sobre los que mediciones anteriores proporcionaron datos poco exactos. La aplicación de un pretratamiento para reducir la contaminación por carbono moderno ha conseguido disminuir el margen de error de 40.000 a solo 3.200 años.
Los humanos primitivos ataban puntas de piedra a mangos de madera para confeccionar lanzas y cuchillos 200.000 años antes de lo que se pensaba. Según un estudio publicado en la revista Science, el ancestro común de neandertales y Homo sapiens –el Homo heidelbergensis– ya empleaba esta técnica.