La sequía y el aumento de temperatura ya provocan sustituciones de especies, mayor aridez y riesgo de incendio, y menor fertilidad del suelo y disponibilidad de agua, entre otros efectos negativos. Una amplia revisión de estudios y registros de datos revela hay especies menos resistentes al cambio climático y que el impacto del cambio climático se agravará en las próximas décadas.
Las poblaciones de aves o de mariposas que viven en hábitats abiertos se han visto perjudicadas por la pérdida sucesiva de prados o matorrales. En cambio, las que viven en áreas boscosas se han visto favorecidas. Estas variaciones se han relacionado con los cambios de paisaje que ha sufrido Cataluña y el conjunto del mediterráneo en las últimas décadas, según un nuevo estudio.
La desertificación asociada al fenómeno de la matorralización en zonas semiáridas no es un fenómeno universal. Esta es la conclusión a la que ha conducido un estudio exhaustivo realizando en espartales españoles publicado recientemente por la prestigiosa revista Ecology Letters.
Tras dos años de estudio en cinco paisajes degradados del Parque Nacional de Sierra Nevada (Granada), los científicos han determinado por primera vez que los ratones de campo consumen sobre todo las semillas de encinas y pinos, lo que provoca una degradación de los hábitats, y la extensión de matorrales en los bosques.
Bellota consumida por roedores.
El abandono de tierras por el éxodo rural y la consecuente acumulación de combustible han causado un mayor riesgo de incendios en muchos de nuestros paisajes. Ahora, un equipo de investigación del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM) ha analizado a medio-largo plazo la capacidad de regeneración tras un incendio de comunidades de matorral en una zona de la provincia de Alicante y han concluido que los rasgos funcionales de las especies dominantes de la comunidad y la historia de los usos del suelo anterior al incendio influyen en la resiliencia de estas comunidades frente al fuego.