Las profundidades oceánicas siguen albergando seres desconocidos para la ciencia. Una exploración debajo del lecho del mar en los respiraderos hidrotermales de la Dorsal del Pacífico Oriental ha revelado los complejos hábitats de las profundidades, donde viven gusanos y bivalvos gigantes.
Un estudio pluridisciplinar coordinado por el Instituto Pirenaico de Ecología ha analizado el contenido de diferentes contaminantes en suelos del entorno del vertedero de Bailín (Sabiñánigo, Huesca). Los científicos observaron que las lombrices facilitan la extracción de residuos de la fabricación del insecticida lindano, reduciendo, además, la toxicidad de los suelos.
A pesar de su abundancia en los suelos de todo el mundo, falta información sobre la distribución geográfica de muchas especies de lombrices de tierra. Investigadores de ocho países europeos han recopilado información sobre sus comunidades para cartografiar la biodiversidad de estos invertebrados e incluir la conservación de los suelos en la agenda política.
Un grupo de investigadores de varios centros británicos ha descubierto cómo contrarrestan las lombrices de tierra las defensas naturales de las plantas y digieren el material vegetal. El proceso lo realizan gracias a unas moléculas denominadas drilodefensins.
Un equipo internacional de investigadores ha descubierto que las serpientes ciegas, con aspecto de gusano y que cuentan con 260 especies diferentes, son de los pocos organismos que ya habitaban la isla de Madagascar cuando ésta se separó de la India hace 100 millones de años. Los análisis genéticos, que se publican en Biology Letters, cuentan la historia de su evolución de un continente a otro.
Dilucidar la verdadera función de la glándula productora de calcio de las lombrices de tierra sigue siendo un misterio para los científicos desde los tiempos de Darwin. Investigadores de la Universidad de Vigo, junto con científicos del Centre for Ecology and Hydrology y de la Universidad de Lancaster (Reino Unido), han explorado la función respiratoria de esta glándula y han descubierto que “secuestra” el CO2 metabólico y el atmosférico.