Además del ganado de pastoreo, las termitas, los elefantes y las aves de corral son capaces de reducir las posibilidades de un fuego forestal a través de su alimentación, sus huellas o al construir sus nidos.
Cada año se producen una media de 12.000 incendios y conatos de incendio que afectan a más de 100.000 hectáreas de bosque. Esto supone no solo un enorme daño para el medio ambiente, sino también para la economía. Un nuevo software, diseñado por la Universidad de Córdoba, mide el impacto económico de un incendio teniendo en cuenta tanto los recursos materiales como la utilidad para el ocio y recreo, el valor paisajístico y, ahora también, la fijación de carbono.
Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid han desarrollado un método para la detección automática de los incendios forestales mediante un nuevo índice de color. Se trata de algoritmos que permite distinguir las tonalidades de las llamas y el humo, una información de gran utilidad para vigilar con drones las áreas afectadas.
Investigadores españoles han demostrado que la paja reduce de forma significativa las pérdidas por erosión del suelo quemado y que es más eficaz que otras técnicas utilizadas como la siembra de herbáceas. La superficie arrasada por incendios de alta intensidad no se recupera de manera natural.
EFFIS informa de que el riesgo de incendio forestal es mayor en el sur de Europa. Imagen: JRC.
No todas los bosques se recuperan al mismo tiempo tras un incendio forestal. Las hay que se regeneran en un corto plazo de tiempo y otras que tardan más de lo deseado. Conocer el ritmo del repoblamiento de estas masas forestales quemadas es importante para establecer políticas efectivas de gestión del territorio. Ecólogos de la Universidad de León han desarrollado una nueva herramienta que permite conocer mejor los efectos de los incendios forestales desde el punto de vista de la variabilidad ambiental.