Investigadores españoles han demostrado que la paja reduce de forma significativa las pérdidas por erosión del suelo quemado y que es más eficaz que otras técnicas utilizadas como la siembra de herbáceas. La superficie arrasada por incendios de alta intensidad no se recupera de manera natural.
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) aboga, amparándose en los resultados obtenidos en un proyecto de investigación de cuatro años realizado en Galicia, por emplear paja para proteger y regenerar suelos afectados por incendios forestales.
La investigación, que se realizó en el marco del proyecto “Evaluación de técnicas de protección de suelos y revegetación para restaurar ecosistemas forestales quemados”, estuvo financiada por el Ministerio de Economía y Competitividad (Plan Nacional). Contó con la colaboración del Grupo de Edafología de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) y del Centro de Investigaciones Forestales de Lourizán (Xunta de Galicia).
“Los incendios constituyen una amenaza global para la conservación de los ecosistemas forestales. Entre sus daños figura la degradación de los suelos, con el consiguiente descenso de su fertilidad, la destrucción total o parcial de su materia orgánica y la modificación de su composición. Cuando hay un incendio el suelo queda desprotegido y para su recuperación es fundamental la regeneración de la cubierta vegetal pero, como puede tardar en producirse, suele ser necesario adoptar medidas que eviten su erosión”, explica Montserrat Díaz Raviña, del Instituto de Investigaciones Agrobiológicas de Galicia (IIAG) e investigadora principal del proyecto.
En la investigación, que comenzó en 2009 y concluyó recientemente, se evaluó la eficacia de dos de las principales medidas: la adición de paja y la siembra de herbáceas como gramíneas y leguminosas.
“Hay muy pocos estudios referentes al efecto de estas técnicas en las propiedades de los suelos y en los que se hayan abordado estos tratamientos. Por tanto, es necesario intensificar la investigación sobre la efectividad del control de la erosión y los impactos en el ecosistema de estas medidas, con el fin de integrarlas en la gestión sostenible de los montes quemados”, destaca Montserrat Díaz Raviña (IIAG-CSIC).
Acciones y principales resultados
La investigación se dividió en dos grandes bloques.Por una parte, se estudió en parcelas experimentales en Vilardevós (Ourense) la recuperación natural de suelos forestales afectados por incendios no controlados en zonas susceptibles de erosión y sin protección inmediata del suelo contra la erosión post-incendio.
“Tanto las propiedades como las funciones del suelo se alteraron notablemente tras el incendio, y estos cambios persistieron durante más de 1 año”, apunta Montserrat Díaz.
Los científicos, además, constataron a partir de este caso que con incendios de moderada y alta severidad y suelos susceptibles de erosión post-incendio es necesario adoptar tratamientos de estabilización del suelo, tales como la siembra de herbáceas y el acolchado con material de limpieza de montes o paja de cereales. Esta técnica contribuye a reducir el impacto del fuego y de las lluvias post-incendio.
Por otra parte, se estudió la eficacia de la aplicación de dos técnicas de protección y recuperación de suelos (la adición de paja y la siembra de herbáceas) en parcelas experimentales sometidas a quema controlada en A Estrada (Pontevedra) y a incendio no controlado en Laza (Ourense).
“Si bien las dos técnicas no tienen efectos negativos a corto plazo sobre la calidad del suelo, la cubierta del suelo con paja es el método a través del que se consiguió una mayor reducción de la erosión post-incendio”, dice Montserrat Díaz.
También se observó que la adopción inmediata de cubierta de paja en el suelo contribuye a retener los macro y micro-nutrientes de la capa de cenizas en el sistema suelo quemado-planta, acelerar la recuperación de la comunidad microbiana, restaurar el ciclo del nitrógeno y preparar el suelo para la subsiguiente implantación de especies forestales, acelerando la recuperación de los ecosistemas forestales.
Para llegar a estas conclusiones el equipo analizó los datos de la evolución (0, 3, 6 y 12 meses) de la cobertura vegetal y de las propiedades físicas, físico-químicas y químicas, bioquímicas y microbiológicas.
La metodología incluyó, además, el muestreo del suelo quemado y no quemado y el procesado y la caracterización de las muestras. El trabajo de laboratorio se realizó en las instalaciones del IIAG (Santiago de Compostela).
“Esperamos que estos resultados, que hemos publicado ya en revistas científicas de impacto, contribuyan en Galicia a reducir el impacto negativo que los incendios producen en los ecosistemas forestales, proteger el suelo quemado frente a la erosión post-incendio, prevenir los riesgos de inundaciones catastróficas post-incendio y adoptar medidas que promuevan tanto la regeneración de la vegetación como la rehabilitación del suelo”, concluyen los miembros del equipo del proyecto.