Un equipo liderado por investigadores del Instituto de Genómica de Pekín y la Universidad de California ha explicado que la adaptación a la altura de los habitantes del Tíbet se debe al cruce con los homínidos de Denisova, ya extintos. El trabajo arroja nueva luz sobre la adaptación del ser humano.
Una investigación que publica hoy la revista Science da a conocer el análisis de 17 cráneos del Pleistoceno Medio hallados en la Sima de los Huesos de Atapuerca (Burgos); entre ellos, siete nuevos. Sus resultados indican que los cambios en la cara fueron los primeros pasos en la evolución del linaje neandertal.
Desde que en 1994 se descubrieron los primeros restos de Homo antecessor las investigaciones sobre los episodios de canibalismo que se sucedieron en el nivel TD6 -2 del yacimiento de Gran Dolina, en Atapuerca (Burgos) no han parado. En este estrato, de 800.000 años de antigüedad, han aparecido más de 160 fósiles de esa especie con marcas de corte realizadas con las herramientas líticas y con fracturación intencionales, siendo el caso de canibalismo conocido más antiguo. Los restos de homininos de este conjunto están procesados y consumidos por otros congéneres, como lo demuestran las mordeduras humanas observadas. Ahora, una nueva investigación aporta más luz sobre este comportamiento.
Un estudio internacional, liderado por el Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), examina por primera vez en detalle el desarrollo del tórax en humanos. Los investigadores han descubierto que la forma torácica del adulto se alcanza más tarde de lo esperado y que la caja torácica no se comporta como una única unidad sino como dos unidades que se desarrollan en tiempo y modo distintos.
Un equipo del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh) ha encontrado las primeras evidencias de uso de herramientas de piedra por parte de homínidos para extraer la carne animal de los huesos, tal y como lo realizan los carniceros actuales. El hallazgo se ha producido en el yacimiento más antiguo del norte de África, el de El-Kherba (Ain Hanech), en Argelia, que tiene alrededor de 1,8 millones de años.
Desde que en 1856 se descubriera el primer neandertal en una cueva próxima a la ciudad alemana de Düsseldorf, sólo tres años antes de que Darwin publicase “El origen de las especies”, estos homínidos ocupan un lugar destacado en el imaginario popular. El profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Antonio Rosas, es uno de los mayores especialistas en neandertales. Si algo se puede destacar de este investigador es su compromiso con la divulgación de la ciencia.
Un equipo de investigadores, entre los que se encuentran científicos de la UNED, ha utilizado métodos estadísticos para calcular la estatura de determinados homínidos a partir de huesos del pie. La técnica, que se emplea por primera vez en este tipo de medición, ha sido utilizada por otro grupo de investigadores para calcular cuánto medía el Homo Antecessor, cuyos restos se encontraron en el yacimiento de Atapuerca.
Un problema con el que se enfrentan con frecuencia quienes investigan sobre restos arqueopaleontológicos es la dificultad para dilucidar la autoría de las marcas realizadas con los dientes. Con el fin de contribuir a solucionar el problema, una investigación liderada por el Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social, ha realizado un estudio experimental basado en 200 huesos modernos aplicando los resultados a los fósiles descubiertos en los yacimientos de Atapuerca.
Desde hace años se sabe que el Homo antecessor, una especie homínida que vivió hace unos 800.000 años en Atapuerca (Burgos), practicaba el canibalismo, pero nunca ha quedado claro por qué lo hacía. Un estudio publicado en el Journal Human Evolution sugiere que el infanticidio y el canibalismo se practicaron por la defensa y ampliación de un territorio rico en recursos, una conducta que se observa ahora en los chimpancés.
Por fin se ha conseguido descifrar la información genética completa del bonobo, la única que faltaba de los grandes simios. Igual que los chimpancés, los bonobos comparten un 98,7% del genoma con los humanos. El trabajo ayudará a comprender las diferencias conductuales de las tres especies a partir de las bases genéticas.