La evolución humana le debe mucho al momento en que las mujeres empezaron a escoger compañero, según un trabajo de la Universidad de Tennessee (EE UU). De acuerdo con sus conclusiones, este fue un factor decisivo en el paso de la promiscuidad a la formación de pareja, que ayudó a la especie centrarse en la supervivencia de la descendencia.
Investigadores del Centro de Biología Molecular “Severo Ochoa” (CSIC-UAM) han demostrado que el cambio de un único aminoácido en la ADN polimerasa mu (Polµ) humana potencia su actividad transferasa terminal, lo que repercute negativamente en la fidelidad del proceso de reparación de roturas en el ADN.