Mattel ha regalado sus famosas muñecas a 700 centros de primaria británicos dentro de un programa llamado Escuela de la Amistad Barbie. Según la empresa, está basado en investigaciones neurocientíficas para enseñar empatía a niños y niñas. Sin embargo, los críticos se muestran preocupados por la mercadotecnia manifiesta de la iniciativa, así lo afirma un artículo periodístico de investigación publicado en The BMJ.
Las mascotas, en especial los perros, aportan incontables beneficios terapéuticos a niños y jóvenes, como reducir su ansiedad y aumentar la sensación de bienestar. Pero allí donde los animales no pueden cumplir esa función, en ambientes hospitalarios o cuando existen problemas de alergias, los robots biomiméticos se convierten en compañeros de los más pequeños.
Desde hace años, la testosterona es la principal sospechosa del mayor número de casos de autismo en varones que en mujeres. Sin embargo, un nuevo estudio revela resultados contradictorios al no encontrar relación entre la hormona y el descenso en la empatía cognitiva, uno de los rasgos característicos del trastorno.
El primatólogo Frans de Waal es pionero en establecer paralelismos entre la conducta humana y la de otros primates en cuestiones como la moralidad, la justicia y la empatía. Denuncia que en Occidente muchos se han empecinado en diferenciar nuestra naturaleza del resto de animales, cuando compartimos la misma historia evolutiva.
Desde 1996 sabemos que existen células nerviosas que controlan el mecanismo cerebral de la empatía, responsables de fenómenos como la risa contagiosa. Su descubridor, Giacomo Rizzolatti, desvela algunas de sus aplicaciones médicas actuales, potenciadas por tecnologías como la realidad virtual.
¿Meditar reduce la agresividad y los prejuicios? ¿Contribuye a aumentar la empatía y la compasión? Un equipo internacional de investigadores ha llevado a cabo una revisión de una veintena de estudios sobre estas prácticas cada vez más populares y ha concluido que no tienen tantos beneficios sociales como se les atribuyen.
Los genocidios, atentados y ataques violentos tienen algo en común: el odio. Cuando odiamos, se activa un circuito exclusivo en el cerebro. Ningún otro animal experimenta esta emoción destructiva que nos hace ver a los demás de forma binaria: pensar en términos de ‘nosotros-ellos’ tiene la poderosa habilidad de eliminar nuestra empatía. Si no lo controlamos, nos jugamos el futuro de la especie.
Hasta ahora jugar a videojuegos violentos solía asociarse con comportamientos antisociales, mayor agresividad y menor empatía. Pero un nuevo estudio, que ha utilizado imágenes de resonancia magnética en jugadores a largo plazo, revela que los usuarios tienen la misma respuesta neural ante imágenes emocionalmente provocativas que los no jugadores.
La atracción entre individuos va más allá de la apariencia física. Un nuevo estudio demuestra que el cerebro activa estrategias de recompensa positivas cuando empatiza con los sentimientos de su interlocutor y confía en su capacidad para descifrarlos.
Entender las razones del comportamiento de una persona es difícil. Sin embargo, un equipo científico ha demostrado que se pueden conocer identificando las regiones del cerebro que se activan cuando una acción se realiza por empatía o solo para devolverle un favor a otro.