Un nuevo informe de ACNUR, presentado durante la Cumbre del Clima que se celebra en Bakú (Azerbaiyán), advierte que las personas forzadas a huir de la guerra, la violencia y la persecución se encuentran cada vez más en la primera línea de la crisis climática global, expuestas a una combinación letal de amenazas, y sin la financiación y el apoyo necesarios para adaptarse.
La dolorosa incertidumbre de los refugiados, atrapados en los campos y acorralados en una espera eterna, no ha doblegado a los gobiernos anfitriones que son reticentes a que entren en sus sociedades. La ayuda humanitaria se ha convertido en una solución temporal a un problema permanente: la duración media de la estancia en un campamento es ahora de unos 17 años. Científicos de todo el mundo han detectado las debilidades de los sistemas de ayuda y ponen sus investigaciones a disposición de las pequeñas y grandes agencias para mejorar la coordinación del trabajo sobre el terreno.