Los alimentos que ingieren las pardelas (Calonectris diomedea) les dejan una “firma química” en las plumas que permite saber dónde nacen y se reproducen estas aves marinas que recorren cada año miles de kilómetros. Los investigadores españoles que han realizado el proyecto determinan por primera vez el origen y procedencia de estas aves para diseñar estrategias de conservación.
El 20 de junio se cumplen dos meses del hundimiento de la plataforma petrolífera Deepwater Horizon de British Petroleum (BP) que sigue expulsando en el Golfo de México entre 35.000 y 60.000 barriles de petróleo diarios. La catástrofe recuerda al Prestige, que hace casi ocho años tiñó las costas gallegas de negro y provocó la muerte de más de 22.000 aves marinas. Todavía sin datos concretos, los expertos ya hablan de la mayor catástrofe ecológica de EE UU.
Un trabajo dirigido por investigadores del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (CSIC-UIB) y publicado el año pasado en la revista Current Biology, muestra que las pardelas del mar Balear adaptan sus desplazamientos a la actividad pesquera durante la semana y salen a cazar los fines de semana. Los descartes son fáciles de obtener para los animales más jóvenes, inexpertos o con alguna tara, que de otro modo morirían por el efecto de la competencia por los recursos.
La organización SEO/BirdLlife ha realizado el primer inventario nacional de aves marinas en España. El proyecto, único en el mundo y presentado ayer con el apoyo del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino (MARM) y de la Comisión Europea, identifica 42 áreas importantes para la conservación de las aves marinas españolas.
Primer inventario nacional de aves marinas.
Rata negra (Rattus rattus) en las islas mediterráneas.