Este reptil usa su característico sonido para avisar de su presencia, pero además lo hace de manera que sus potenciales enemigos crean que en realidad está más cerca, lo que le proporciona un margen de seguridad.
En la saga de Harry Potter, una de las Casas, fundada por un mago capaz de hablar con las serpientes, tenía un emblema de fondo verde con uno de estos animales. Los científicos se inspiraron en este personaje ficticio para nombrar una nueva víbora de color verde, descubierta en el Himalaya indio y protagonista de nuestro #Cienciaalobestia.
Las serpientes arbóreas marrones, protagonistas de #Cienciaalobestia, llegaron a la isla de Guam, en el océano Pacífico, por accidente durante la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces se han convertido en la mayor plaga de todos los tiempos al aniquilar casi todas las especies de aves de la isla. Ahora, un estudio señala que su éxito invasor se ha producido en parte por la introducción del transporte aéreo.
Un fragmento del péptido crotalidicina, procedente del veneno de una serpiente de cascabel de América del Sur, puede matar bacterias sin afectar a las células sanas. Así se desprende de un trabajo sobre cepas de bacterias que causan infecciones graves en los hospitales.
La técnica de las serpientes que se camuflan en su entorno no es siempre suficiente, por eso algunas de ellas recurren a un truco aún más sofisticado: disfrazarse de presa –de araña, en este caso– para atrapar mejor a sus propias víctimas, que suelen ser pájaros. Así actúa la víbora cola de araña, protagonista de #Cienciaalobestia, descubierta hace diez años al oeste de Irán. Ahora ha sido observada por primera vez en acción.
Una serpiente de color verde con manchas negras y marrones y más pálida en su parte inferior se deslizaba por los suelos de Teruel hace unos diez millones de años. Un grupo internacional de paleontólogos ha logrado por primera vez reconstruir su aspecto gracias al análisis de las células cromáticas mineralizadas que se conservaban en un fósil hallado en el yacimiento de Libros a principios del siglo XX.
Visitantes observan una réplica de la Titanoboa en el Jardín Botánico de Bogotá (Colombia). / Efe
Ejemplar de Atractus spinalis. / Efe
Un equipo científico internacional, que cuenta con participación española, ha investigado la variabilidad de la composición tóxica de los venenos de seis especies de serpientes para reconstruir su historia evolutiva. El estudio se publica en la revista PNAS.
Investigadores de la UNED han participado en la descripción de varias vértebras halladas en el yacimiento de Lo Hueco (Cuenca) que se corresponderían con una nueva especie de lagarto del Cretácico Superior, emparentado con los reptiles varanoideos. Lo peculiar del animal, de unos tres metros de largo, es que se trata de un lagarto terrestre, aunque pertenece a un grupo con hábitos marinos. Dentro de este grupo podría encontrarse el ancestro de las serpientes, lo que reforzaría la idea de un origen no marino para estas.