Un equipo internacional de científicos ha descubierto en China huevos y embriones fosilizados de dinosaurio con lo que parece colágeno, el resto orgánico más antiguo encontrado hasta ahora en vertebrados terrestres. El estudio de los huesos, publicado esta semana en Nature, concluye que las crías crecían a gran velocidad y se movían en el interior del huevo.
Los fósiles de once de aves del Cretácico estudiados por científicos de China sugieren que los antepasados de los pájaros modernos tenían alas en sus extremidades inferiores. A lo largo de la evolución las patas perdieron sus plumas y se especializaron en el desplazamiento terrestre, mientras que las extremidades superiores se dedicaron al vuelo.
Un estudio liderado por el Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont describe por primera vez y de forma detallada el registro de huevos fósiles atribuidos a dinosaurios del yacimiento de Coll de Nargó (Lleida). Hasta la fecha, solo se había reconocido un tipo de huevo de dinosaurio en la zona.
Nuevos fósiles de los géneros Strashila y Vosila ponen en duda la idea de que parasitaran la piel de dinosaurios emplumados y reptiles alados. Un estudio publicado en Nature sugiere que estos insectos extintos eran dípteros que perdían sus alas al salir de la crisálida, copulaban en el agua y morían en el acto. Su característica más extraña es que, según parece, algunos adultos tenían branquias, como las larvas.
La revista Nature Communications ha publicado el primer caso de identificación de género en un pájaro del Mesozoico. El estudio, que cuenta con participación de la Universidad Autónoma de Madrid, ofrece un importante aporte al conocimiento de la biología y la fisiología de las aves primigenias.
En el fondo del lago Suigetsu (Japón) hay restos de plantas que estuvieron en la orilla en los últimos 52.800 años. Un equipo científico ha extraído muestras para medir sus niveles de radiocarbono o C-14. Sus datos harán la datación paleontológica más precisa, lo que permitirá especificar aún más el momento de la extinción de los neandertales y la dispersión de los humanos modernos en Europa.
Han pasado más de 30 años desde las primeras excavaciones en Atapuerca (Burgos), donde se han hallado más fósiles humanos que en cualquier otro lugar del mundo. Pero esto solo es el principio. Mientras se siguen descubriendo nuevos restos humanos y animales –la campaña de excavaciones 2012 termina a finales de julio–, toca averiguar qué les pasó a cada una de las especies que en algún momento de su vida pasaron por esta sierra burgalesa.
Los restos de un cráneo recientemente hallado en el Yacimiento de Las Hoyas han permitido a un equipo español de paleontólogos, en el que también participan expertos franceses y brasileños, describir en la revista PLoS ONE una nueva especie de pterosaurio. Se trata de una singular evidencia de los primeros vertebrados que sobrevolaron la Tierra.
Una de las razones para pensar que los dinosaurios fueron de sangre fría es que sus huesos poseen líneas de paro de crecimiento propias de este tipo de animales. Este argumento se ha venido abajo con un trabajo del Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont. Los investigadores han encontrado estas líneas en mamíferos, de sangre caliente, al estudiar los huesos de 41 especies de rumiantes actuales.
El análisis de fragmentos de carbón vegetal recogidos en la Tierra de Pinares (al norte de la provincia de Segovia) demuestra la persistencia milenaria de un paisaje que hasta ahora se consideraba de origen artificial. Según la investigación, que se publica en la revista The Holocene, el pino resinero está presente en esta comarca desde hace unos 6.000 años.