Han pasado más de 30 años desde las primeras excavaciones en Atapuerca (Burgos), donde se han hallado más fósiles humanos que en cualquier otro lugar del mundo. Pero esto solo es el principio. Mientras se siguen descubriendo nuevos restos humanos y animales –la campaña de excavaciones 2012 termina a finales de julio–, toca averiguar qué les pasó a cada una de las especies que en algún momento de su vida pasaron por esta sierra burgalesa.
¿Qué sucedió en la Sima de los Huesos? ¿Cómo llegaron hasta allí los cuerpos humanos? Se barajan varias explicaciones: desastre natural, intervención de carnívoros que acumularon los cadáveres, o enterramiento funerario, entre otros. Los expertos que trabajan estos días en los yacimientos de Atapuerca emplean parte de su tiempo en desvelar este y otros misterios de la prehistoria.
El enigma mejor guardado es el de la Sima de los Huesos, donde se han hallado los restos fósiles de unos 30 individuos de Homo heidelbergensis, entre los que destaca el cráneo 5, denominado ‘Miguelón’, el más completo del registro fósil mundial y que este año cumple 20 años desde su descubrimiento. Pero la pregunta que todos tratan de resolver es ¿qué les pasó realmente?
La polémica hipótesis de Juan Luis Arsuaga, codirector de los yacimientos de Atapuerca, es que se trataría de un comportamiento simbólico e intencionado. “No encuentro otra explicación que no sea que los cadáveres fueron acumulados por otros humanos. No me importaría cambiar de opinión, pero con los datos que vamos obteniendo creo sinceramente que la explicación antrópica es la que mejor se corresponde con los hechos”.
Esta teoría, ampliamente discutida, supone atribuir conciencia a unos humanos que vivieron hace entre 600.000 y 250.000 años. Según los científicos, solo existen pruebas fehacientes de conciencia de sí mismos en los últimos 100.000 años.
“Es una teoría muy arriesgada, pero por eso hacemos estudios geológicos, para intentar averiguar cómo se han acumulado, cuáles han sido la sucesión de procesos geológicos”, subraya a SINC Arsuaga, que también es catedrático de Paleontología en la Universidad Complutense de Madrid, y director del Centro UCM-ISCIII Evolución y comportamiento Humanos.
La Sima de los Huesos es el yacimiento que ha proporcionado más fósiles humanos de la historia, y gracias a su estudio se conocen algunas de las costumbres, hábitos y enfermedades de los Homo heidelbergensis. Miguelón –llamado en honor al ciclista Miguel Induráin que ganó su segundo Tour de Francia el año en que fue descubierto su cráneo, 1992– pudo morir de septicemia debido a una infección en un diente que se generalizó al no ser tratada. Pero ante la ausencia de grandes traumatismos óseos surgen aún más dudas.
La evidencia humana europea más antigua
Este lugar situado en Cueva Mayor no es el único que se resiste a revelar sus secretos. En la Sima de los Elefantes –el primer yacimiento de la Trinchera del Ferrocarril que incluye además la Galería y la Gran Dolina– se descubrió en 2007 una mandíbula de 1,2 millones de años, que hizo retroceder casi medio millón de años la llegada de los primeros homínidos a Europa.
Eudald Carbonell, codirector de los yacimientos de Atapuerca. Imagen: SINC.
“En principio pensábamos que era un Homo antecessor, pero los minuciosos estudios de tipo antropológico desvelan que no podemos relacionarlo con esta especie. Tenemos que encontrar nuevos fósiles para poder contrastarlo”, explica a SINC Eudald Carbonell, catedrático de Prehistoria de la Universidad Rovira i Virgili y codirector de los yacimientos. Se le ha denominado provisionalmente Homo sp.
En él trabajan durante la actual campaña el equipo de investigadores que coordina Rosa Huguet, científica del Instituto Catalán de Paleontología Humana y Evolución Social (IPHES), que está excavando en una nueva zona hasta llegar al nivel donde se encontraron los restos de más de un millón de años.
Además, los arqueólogos excavan ahora por debajo de ese nivel para evidenciar una presencia humana aún más antigua. “En Atapuerca, si algo nos sobra es antigüedad”, asegura Arsuaga. De encontrar restos humanos serían los más antiguos de todo el yacimiento y, por tanto, de Europa.
“Sabemos por el momento que hay restos paleontológicos en ese nivel, porque se han encontrado restos de animales, pero todavía no tenemos ninguna evidencia de presencia humana (industria lítica) o animales con marcas de corte”, asegura a SINC Huguet.
¿Caza selectiva en la Gran Dolina?
Hace unos 370.000 años, la mayoría de los animales que vivían cerca de Atapuerca caían por agujeros en la superficie de las cuevas y morían. Los homínidos entraban en las cavidades con herramientas para descuartizar y llevarse la carne, y dejaban los restos. De ahí que se hayan encontrado, de forma puntual, bóvidos, ciervos y caballos, entre otros. Sin embargo, una de las sorpresas en la excavación de la Gran Dolina es el hallazgo de cerca de 50.000 huesos de bisontes en el mismo nivel.
Gran Dolina en la Trinchera del Ferrocarril. Imagen: SINC.
“Hemos encontrado una especie de campamento muy especializado en la caza de bisontes. Esto sin lugar a dudas responde a una estrategia muy selectiva por parte de los grupos humanos que ocuparon este lugar, porque no hay otros restos de animales. Lo más común es encontrar algún bisonte, algún rinoceronte o algún león”, explica a SINC Andreu Ollé, investigador de la Universidad Rovira i Virgili y uno de los dos responsables de este yacimiento.
Jordi Rosell, de la misma universidad y del IPHES, es el otro arqueólogo responsable de este yacimiento que trabaja con su equipo en otro nivel de la cueva (TD4). En este estrato han encontrado nuevas pistas que podrían ayudar a definir la especie de oso endémico de Atapuerca bautizado como Ursus dolinensis, muy cercana a un ancestro común entre el gran oso de las cavernas y los osos pardos actuales.
“Por ahora hemos encontrado un par de mandíbulas y esperamos encontrar bastantes piezas más. En los años ‘90 encontramos ejemplares más antiguos que estos, que nos servirán para conocer cómo evolucionó la especie”, apunta el científico. Los ejemplares hallados, de hace entre un millón y 800.000 años, pertenecerían a animales viejos o cachorros que perecieron durante la hibernación en la cueva, donde vivían.
Isótopos que muestran el camino
Como los osos de la Gran Dolina, los humanos que habitaron en la Sierra de Atapuerca hace entre 6.800 y 4.800 poblaron la cueva de El Mirador, que luego se utilizó como cueva sepulcral durante un tiempo. Contrariamente a otros yacimientos donde solo hay indicios de ocupaciones esporádicas (por presencia de herramientas de corte), en el yacimiento están surgiendo los restos de una sociedad agrícola ganadera. “La aparición de agricultura y la ganadería hace que exista un boom demográfico, asienta a las poblaciones y empieza la estructura de clases”, informa a SINC Josep M. Vergès Bosch, investigador del IPHES en Atapuerca.
Restos humanos hallados en El Mirador. Imagen: SINC.
Al igual que en el Portalón (Cueva Mayor), los fósiles encontrados cuentan historias de cómo se abandonó un estilo de vida (caza y recolección), y se empezó a producir el alimento a través de la agricultura y la ganadería. Pero para entender los cambios en la población, desde esta campaña, el estudio de isótopos está permitiendo a los científicos entender la movilidad de los grupos, además de la dieta.
“Permite saber si esos individuos se han movido, si han estado en un periodo de su vida en un lugar y luego han cambiado, o si unos se quedan en la zona donde otros están viniendo, y si hay intercambio con otros grupos. Pero hasta el momento no tenemos datos”, aclara Vergès.
A esto se añade estos días la búsqueda de ocupaciones de neandertales en la Galería de las Estatuas (Cueva Mayor), que son los restos fósiles humanos que faltarían por encontrar para completar toda la secuencia evolutiva del yacimiento, porque como sugiere Rosell: “Atapuerca registra absolutamente toda la prehistoria. Así de sencillo”.