Investigadores de la Universidad de Oviedo y el Hospital Universitario Central de Asturias han desarrollado un anticuerpo o biomarcador que permite distinguir mejor los tumores malignos de otras patologías benignas relacionadas. El equipo ha identificado un ‘punto débil’ en el escudo que protege los carcinomas más agresivos y que favorece su crecimiento.
Solo en España, más de 22.000 personas viven gracias a la hemodiálisis, un procedimiento que permite conservar la vida cuando los riñones no cumplen su función, pero que lleva asociadas ciertas complicaciones. En ellas se ha centrado un equipo internacional liderado desde Oviedo, que está analizando el tipo y la efectividad de distintas estrategias para el tratamiento de pacientes en diálisis en Europa.
Parte del equipo investigador del Servicio de Metabolismo Óseo y Mineral del HUCA que ha participado en el proyecto COSMOS. Segundo y tercero por la derecha, Jorge Cannata Andía y José Luis Fernández Martín. Foto: Laura Alonso Ortega / UCC+i FICYT.
Los 227 centros europeos de hemodiálisis que participaron en el estudio. Imagen: J. Cannata Andía.
No sólo el estilo de vida afecta al funcionamiento del corazón. Algunos factores genéticos pueden predisponer al infarto de miocardio. Por eso, rastrear las conexiones entre el motor y el código de la vida puede contribuir a conocer cómo se desencadena el proceso y actuar sobre él desde la prevención. Con este planteamiento, investigadores españoles han detectado algunas variaciones génicas relacionadas con el infarto temprano.
Isabel Rodríguez García y Pablo Román García, en el laboratorio del Servicio de Metabolismo Óseo y Mineral del HUCA.
Aunque un riñón con problemas es más “típico” de adultos, la insuficiencia renal crónica afecta a uno de cada 10.000 niños. Entre los pocos grupos de investigación del mundo que estudian las relaciones entre esta enfermedad y el crecimiento a nivel de las células que “construyen” el hueso (condrocitos), uno de ellos está en la Universidad de Oviedo, y se encuentra en plena ebullición.
Fernando Santos, a la derecha, junto a algunos de los investigadores que coordina en la Universidad de Oviedo. Fotografía: L. A. / FICYT.
El sistema inmune también envejece. Y lo hace porque las células que defienden al organismo de infecciones y tumores acumulan “demasiada memoria” y pierden la capacidad de especializarse contra nuevas amenazas. ¿Cómo contrarrestar este proceso, que comienza en torno a los 30 años? Ésta es una de las preguntas sobre las que trabaja la Unidad de Histocompatibilidad del Hospital Universitario Central de Asturias.
En la imagen, Carlos López Larrea, en el laboratorio de la Unidad de Histocompatibilidad del HUCA. Imagen cedida por Larrea.