Investigadores del Instituto Catalán de Paleoecología Humana Evolución Social (IPHES) y la Universidad Pompeu Fabra han analizado el ADN mitocondrial de fósiles de Homo sapiens de la cueva de El Mirador, en Atapuerca, de hace entre 4.760 y 4.200 años. Los resultados revelan que aquellos individuos tenían afinidades genéticas con los de Oriente Próximo y Alemania.
Científicos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, en Burgos, y del Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social, de Tarragona,han llevado a cabo un estudio que indica que la utilización de la boca para la manipulación de objetos por parte de los neandertales puede deberse a una capacidad limitada de integración entre cuerpo y cerebro, en particular para aquella funciones de coordinación visuo-espacial asociadas a las áreas parietales.
En unas cajoneras enormes, perfectamente clasificados, Antonio Rosas guarda centenares de fósiles procedentes de sus excavaciones en la cueva de El Sidrón (Asturias). Pertenecen a neandertales, esos “humanos distintos a nosotros” que, antes de su extinción hace unos 30.000 años, nos dejaron una huella genética fruto de su hibridación con nuestros antepasados sapiens.
Los paleoantropólogos siguen buscando sin éxito el ancestro común de los humanos modernos y los neandertales que vivieron en Europa hace miles de años. El estudio de 1.200 dientes fósiles revela que ninguno de los homínidos conocidos se ajusta al perfil esperado, tampoco Homo heidelbergensis, H. erectus ni H. antecessor.
Un estilo de vida paleolítico, con ejercicio suave diario, esfuerzos periódicos intensos, poco carbohidrato e hipoxia, ayudaría a los deportistas modernos a mejorar sus adaptaciones al entrenamiento y aumentar el rendimiento. Es la conclusión de un trabajo de revisión en la revista Sports Medicine.
Las diferencias entre Homo sapiens y Homo neanderthalensis, sobre todo para intentar esclarecer los motivos que garantizaron el éxito de una especie por encima de la otra, sigue siendo una investigación tan atractiva como interrogantes plantea. En este contexto, el yacimiento de Cova Eirós (Triascatela, Lugo) ha aportado nuevos datos que pueden ayudar a resolver algunas cuestiones, tal como se ha evidenciado durante la campaña de excavación arqueológica desarrollada del 11 al 31 de agosto.
Acaba de finalizar la primera campaña de excavaciones en este yacimiento vizcaíno, que dirige el investigador del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana Joseba Rios Garaizar, cuyos resultados arrojarán luz sobre la evolución del hábitat al aire libre durante el Paleolítico en el Cantábrico.
Un grupo de investigación hispano-norteamericano ha comparado el crecimiento facial del chico de la Gran Dolina, un Homo antecessor de Atapuerca, y el de Turkana, Homo ergaster hallado en África. Sus datos sugieren que el rostro del chico de la Gran Dolinasería como el de Homo sapiens.
Diente de Homo Sapiens hallado en la cueva de El Conejar, Cáceres.
Robustos, resistentes y de mediana estatura. Así definen a los Homo neanderthalensis los huesos fósiles hallados desde el siglo XIX. Pero cada vez más evidencias demuestran que los neandertales pudieron ser algo más. Por su probable comportamiento artístico y comunicativo, el apellido ‘sapiens’ que identifica a los humanos modernos podría no ser tan exclusivo como se pensaba.