Los restos fósiles de tortuga de hace más de 40 millones de años han permitido a un equipo de paleontólogos analizar el origen de las tortugas gigantes terrestres que habitaron en Europa. Entre ellas destaca Pelorochelon –la tortuga monstruosa o gigantesca– que podía alcanzar los 70 cm de longitud. Algunos de estos individuos fueron excavados en Soria en los años 90 y permanecen depositados en la Sala de las Tortugas de la Universidad de Salamanca, que alberga actualmente la mayor colección de testudínidos primitivos (grupo de tortugas terrestres) de Europa.
Todo aquel que se acerque hasta el Museo Nacional de Ciencias Naturales situado en Madrid podrá ver, a partir de hoy, las 41 nuevas piezas de la exposición ampliada Minerales, fósiles y evolución humana, donadas por la Fundación Bancaria ”la Caixa”. Entre ellas destacan los restos fósiles de un oso cavernario adulto y su cría, y la reproducción hiperrealista a tamaño natural de cuatro especies de homínidos.
El análisis de dos cráneos y tres mandíbulas almacenados durante décadas en el Museo Americano de Historia Natural arroja nuevas pistas sobre uno de los antepasados más enigmáticos de hurones, comadrejas y tejones. Un nuevo estudio, liderado por la Universidad Complutense de Madrid, confirma que Megalictis ferox era un depredador del tamaño de un jaguar que utilizaba sus dientes para triturar huesos, como hacen hoy las hienas, algo que se desconocía hasta ahora.
Investigadores de la Universidad de Barcelona han encontrado evidencias de la posible entrada de homínidos en Europa por el sur de la península ibérica hace entre 900.000 y 850.000 años. El estudio se ha publicado en la revista científica Journal of Human Evolution y se basa en la nueva datación de restos fósiles de humano y de primate africano encontrados en Cueva Victoria de Murcia.
Unos restos fósiles hallados en la provincia de Teruel han permitido identificar diversos grupos de reptiles acuáticos que poblaron nuestra Península hace unos 230 millones de años. Destaca el descubrimiento de un reptil depredador de peces, llamado Simosaurus, que se describe en el registro ibérico por primera vez.
El nuevo estudio documenta la intrincada disposición de los músculos y ligamentos del ala de un ave antigua, y apoya la idea de que realizaban hazañas aerodinámicas similares a las actuales. / Stephanie Abramowic
Gracias al análisis de las plumas fósiles de aves o la piel de reptiles marinos, los científicos han podido determinar el color de estas especies extintas. Un equipo internacional de investigadores propone ahora por primera vez una técnica que permite, a través de la melanina de los restos óseos, detectar el color en los fósiles de mamíferos. El hallazgo permitirá determinar con precisión la coloración de estos vertebrados de hasta 300 millones de años de antigüedad.
El esmalte que recubre nuestros dientes es el mismo que compartimos con otras especies de animales tetrápodos y peces. Sin embargo, hasta ahora se desconocía su origen. Un equipo internacional de científicos sugiere que un tejido –la ganoína–, hallado en las escamas de muchos peces fósiles y algunos primitivos que viven en la actualidad, es en realidad similar al esmalte. El hallazgo revela que el origen de este material dental se encuentra en peces ya extintos.
Loscelacantos son peces de aguas profundas con aletas lobuladas que hasta hace unos décadas se creían extintos. Desde su redescubrimiento en 1938, los científicos dudaban de la existencia de un pulmón en la especie viviente, Latimeria chalumnae, al compararla con las especies fósiles. Ahora, un equipo internacional confirma la presencia de pulmones funcionales en etapas embrionarias tempranas que pierden su función y se convierten en pulmones vestigiales en edad adulta.
El lince euroasiático (Lynx lynx) se expande en la actualidad por las áreas forestales de gran parte de Europa –sobre todo al norte del continente– y Asia. Hasta ahora se pensaba que este primo mayor del lince ibérico nunca había habitado en territorios más al sur de los Pirineos, pero el análisis de ADN de unos restos fósiles revelan que ocupó la cornisa cantábrica desde hace unos 11.000 años hasta hace unos siglos.