Gracias al análisis de las plumas fósiles de aves o la piel de reptiles marinos, los científicos han podido determinar el color de estas especies extintas. Un equipo internacional de investigadores propone ahora por primera vez una técnica que permite, a través de la melanina de los restos óseos, detectar el color en los fósiles de mamíferos. El hallazgo permitirá determinar con precisión la coloración de estos vertebrados de hasta 300 millones de años de antigüedad.
Al analizar los fósiles de dos especies extintas de murciélagos, un equipo internacional de científicos, con participación de EE UU, Reino Unido, Alemania, Etiopía y Dinamarca, descubrió que estos mamíferos de unos 50 millones de antigüedad eran de color pardo rojizo. Según el estudio, que se publica en PNAS, es la primera vez que se describe la coloración de mamíferos desaparecidos.
“Hemos estudiado los tejidos de peces, ranas y renacuajos, pelos de mamíferos, plumas de aves y tinta de pulpos y calamares. Todos preservan melanina, por lo que está presente por todo el registro fósil. Gracias al estudio, podemos completar el patrón de color de animales antiguos”, señala Caitlin Colleary, primera autora del trabajo e investigadora en el departamento de Geociencias del Virginia Polytechnic Institute and State University (EE UU).
El estudio ha permitido identificar las estructuras microscópicas de los fósiles, que hasta ahora se creía que eran bacterias fosilizadas. Según los investigadores, en realidad se trata de melanosomas –orgánulos que contienen melanina, el pigmento que da el color al pelo, las plumas, la piel y los ojos–.
Jakob Vinther, autor principal del estudio y paleobiólogo molecular de la Universidad de Bristol (Reino Unido), descubrió en 2008 los primeras melanosomas en plumas fósiles.Desde entonces, la forma de los estos orgánulos se ha usado para saber cómo los reptiles marinos están relacionados y se identifican con el color de los dinosaurios.
Melanosomas fósiles en una pluma iridiscente de 49 millones de años de antigüedad. / Jakob Vinther
“Los diferentes melanosomas se han encontrado en orgánulos de diferentes formas: melanosomas rojizos tienen la forma de albóndigas, mientras que los negros parecen pequeñas salchichas. Esta tendencia está también presente en los fósiles”, apunta Vinther quien recalca que esta correlación entre melanina y forma puede ser usada para determinar el color de los fósiles. “Basta con observar la forma de los melanosomas”, indica el experto.
Las técnicas que emplean para determinar el color se pueden utilizar en fósiles bien conservados de hasta 300 millones de antigüedad.
Químicamente distintos
Pero además de la forma, estos orgánulos son químicamente distintos. El equipo de investigación utilizó un espectrómetro de masa para identificar la composición molecular de los melanosomas fósiles y compararlos con los actuales.
Para ello, reprodujeron las condiciones bajo las que los fósiles se formaron para observar la alteración química de la melanina. Lo consiguieron sometiendo unas plumas modernas a altas temperaturas y presiones.
“Al realizar estos experimentos, hemos podido observar cómo la melanina ha cambiado químicamente a lo largo de los últimos millones de años y hemos proporcionado información inédita y hasta ahora inaccesible sobre los fósiles”, asegura Colleary.
Referencia bibliográfica:
Caitlin Colleary et al. “Chemical, experimental, and morphological evidence for diagenetically altered melanin in exceptionally preserved fossils” PNAS 28 de septiembre de 2015