Investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (EE UU) han demostrado que es posible ejercer el control sobre las fluctuaciones cuánticas en un espacio aparentemente vacío. El avance abre la puerta a la computación probabilística, que aprovecha la aleatoriedad intrínseca de ciertos procesos para realizar cálculos y ofrecer varios resultados posibles.
Un flujo de agua sobre una superficie de átomos de carbono, como la que constituye el grafeno, se rige por una fricción cuántica. Ahora se ha demostrado experimentalmente este fenómeno inusual con técnicas ultrarrápidas. Los resultados se podrían aplicar en procesos de purificación y desalinización del agua e incluso a ordenadores basados en líquidos.
Las fluctuaciones cuánticas durante la etapa de inflación, solo unos instantes tras el nacimiento del universo, fueron clave para la formación de estructuras masivas muy antiguas, como el cúmulo El Gordo u otros captados por el telescopio James Webb. La clave está en la estadística de estas fluctuaciones, según un nuevo estudio.
Ilustración de Max Planck. / Curro Oñate
Mediante tres fotones y dos estaciones separadas por un kilómetro, investigadores del Instituto de Ciencias Fotónicas han logrado transferir información entre dos de ellos, que nunca antes estuvieron en contacto, aunque sí conectados a través de un tercer fotón que estaba entrelazado con el primero. Técnicamente, es lo que se llama la teleportación cuántica multiplexada de un fotón a un cúbit de estado sólido.
Investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid y otros centros internacionales se han topado con fenómenos inesperados en la superficie de un material superconductor fabricado con silicio, uranio y rutenio. En concreto, han observado la cuantización de electrones en partículas pesadas y un ordenamiento electrónico de origen desconocido, comportamientos "que permiten soñar con dispositivos insensibles al desorden".
Investigadores de Caltech, Harvard y otros centros de EE UU han utilizado un sistema de nueve bits cuánticos para simular un estado conocido como agujero de gusano holográfico, un concepto que trata de reconciliar la mecánica cuántica con la relatividad general de Einstein.
El francés Alain Aspect, el estadounidense John Clauser y el austriaco Anton Zeilinger comparten el Nobel de Física de este año por sus experimentos con fotones entrelazados y sus avances en información cuántica. Las herramientas que han desarrollado han sentado las bases de una nueva era en tecnología cuántica.
Investigadores del instituto ICFO y la Universidad Autónoma de Barcelona han logrado demostrar interacciones quirales (no superponibles con su imagen especular) entre átomos enfriados a las temperaturas más bajas del universo. Tras aplicar luz láser, el resultado es un sistema cuántico que se comporta de forma distinta a su imagen en el espejo y se describe con una teoría de gauge, uno de los pilares de la física moderna.
Las predicciones de la teoría cuántica estándar no se formalizan bien con los números reales, sino que requieren de números complejos, aquellos que tienen una parte real y otra imaginaria. Investigadores de los institutos ICFO, IQOQI y otros centros europeos lo han demostrado con un experimento teórico.