El declive global de insectos produce un desequilibrio en los ecosistemas y afecta a la seguridad alimentaria por la ausencia de polinizadores. El biólogo Jonatan Rodríguez, junto con varios colaboradores, acaba de publicar un libro que recopila la información más actualizada sobre cómo influyen las especies exóticas en la diversidad de estos seres vivos. El texto incluye tanto casos de estudio concretos, como evidencias globales.
Esta investigación, en la que participan más de 100 investigadores, analiza los datos de las últimas dos décadas recabados en todo el mundo sobre estos animales y mantiene la destrucción de hábitats y las enfermedades emergentes, dos efectos potenciados por la crisis climática, como las causas principales del declive de estas especies.
En los últimos cinco siglos no solo han desaparecido algunas especies por culpa del hombre, también géneros completos de vertebrados, y todo a un ritmo 35 veces más acelerado que el del último millón de años. Así lo revela un estudio a gran escala donde se apunta que la sexta gran extinción podría ser más grave de lo que se esperaba.
El profesor de investigación del CSIC Pablo Vargas ha llevado a cabo durante los dos últimos años la revisión de 3.706 géneros con una sola especie de vertebrados y angiospermas para comprobar cuántos son ‘fósiles’ en peligro de extinción. El estudio se ha publicado en la revista Frontiers in Ecology and Evolution.
Los resultados de la investigación de un equipo de España y Noruega indican que las primeras actividades de este tipo estaban muy extendidas en toda Europa atlántica y contribuyeron a extinguir en esta zona a dos especies: la ballena franca atlántica y la ballena gris.
Más del 75 % de las especies de estos insectos pueden estar amenazadas en los próximos 40 a 60 años, según las proyecciones de poblaciones llevadas a cabo por varias instituciones belgas. Entre las causas de su desaparición, están la degradación de hábitats, los fenómenos climáticos extremos y el uso de herbicidas.
Hace unos días, la revista Science publicaba un inquietante estudio sobre lo cerca que estuvo la humanidad de desaparecer durante el Pleistoceno. José María Bermúdez de Castro, codirector de los yacimientos de Atapuerca, reflexiona en este texto sobre la repercusión del hallazgo y las incógnitas que genera.
Un nuevo método para deducir el tamaño de las poblaciones antiguas ha sacado a la luz un grave cuello de botella en la población humana, hace entre 930.000 y 813.000 años, que casi aniquiló la posibilidad de la humanidad tal y como la conocemos hoy en día.
Los resultados obtenidos han diferenciado genéticamente cuatro poblaciones de arrui en África, localizadas en la costa atlántica del Sáhara, el Sáhara central, Túnez y Egipto. Se trata de una un caprino norteafricano en peligro de extinción.
El hallazgo, producido en el suroeste de Portugal y en el que participa un investigador de la Universidad de Sevilla, supone una oportunidad única para luchar contra el cambio climático.