Dos estudios paleogenómicos con participación española reúnen datos sobre el ADN de más de 100 individuos cazadores-recolectores de Eurasia. Los resultados completan la historia de las poblaciones humanas el último período glacial, cuya supervivencia contribuyó a la continuidad genética en Europa.
El anterior registro era de un millón de años de antigüedad y se extrajo de un hueso de un mamut. Este nuevo hallazgo, recogido en sedimentos de la Edad de Hielo en el norte de Groenlandia, abre un nuevo capítulo en la historia de la evolución, según sus descubridores.
Con la ayuda de una novedosa tecnología cartográfica, investigadores del instituto MBARI de EE UU han detectado hundimientos en el suelo marino y elevación de colinas en el fondo ártico por la degradación del permafrost. En este caso el calentamiento global causado por el hombre no está detrás del fenómeno, sino variaciones climáticas mucho más antiguas y lentas.
Justo después de la última Edad de Hielo, durante el Mesolítico, un grupo de cazadores-recolectores enterró a una bebé en una cueva italiana, con abalorios y colgantes, así como una garra de búho. Este hecho demuestra que hasta las recién nacidas eran reconocidas como personas de pleno derecho en estas sociedades.
Un equipo de investigación ha descubierto, gracias al análisis de los isótopos que forman parte de sus grandes colmillos, cómo se desplazaban los mamuts lanudos durante las diferentes etapas de su vida. El estudio aporta nuevas pistas sobre la extinción de estos animales.
Hace un millón de años especies ancestrales de mamut, predecesoras del lanudo y el colombino, habitaron Siberia. Hasta ahora se creía que en esa época solo vivía el de la estepa. Investigadores del Centro de Paleogenética en Estocolmo han dado con este hallazgo al secuenciar el ADN extraído de restos molares atrapados en el permafrost siberiano.
La desaparición de la megafauna prehistórica al final de la última Edad de Hielo se había atribuido a la expansión de los primeros humanos por todo el mundo. Sin embargo, el análisis del genoma del rinoceronte lanudo demuestra que esta especie, en realidad, se extinguió por el cambio climático de aquella época.
Las excavaciones de un equipo de científicos en la costa oeste de Canadá han sacado a la luz marcas de huella de dos adultos y un niño que irían descalzos, con una antigüedad de 13.000 años. Estos restos suponen nuevas evidencias de la población humana que vivió en esa zona al final de la última Edad de Hielo y refuerzan la hipótesis de que los humanos llegaron por mar de Asia a América del Norte.
Según la teoría de los refugios glaciares, después de la última glaciación los osos del norte de Euopa se cobijaron en el sur. Investigadores de la Universidad de A Coruña rebaten esta idea: han reconstruido la colonización de los osos pardos en la península ibérica y han demostrado que el linaje de los osos del Pleistoceno se perdió.
Al borde de la extinción en los años 20, el bisonte europeo es junto al americano la única especie de megafauna que sobrevivió a las extinciones del final del Pleistoceno, hace más de 11.000 años. Gracias al análisis de ADN antiguo y a las pinturas rupestres de las cuevas, los científicos han dado con su ancestro: un bisonte híbrido que vivió hace 120.000 años en Europa.