Ilustración de la estación Geteway orbitando la Luna con el módulo de servicio Orión acoplado (a la derecha). / ESA/NASA/ATG Medialab
Pronto comenzará el proceso de selección de una nueva promoción de astronautas europeos. / ESA/NASA
Foto oficial del consejo ministerial Space19+ de la ESA en Sevilla, en la que Pedro Duque, ministro de Ciencia, Innovación y Universidades en funciones, ha actuado de anfitrión. / ESA
En Colonia (Alemania), doce voluntarios se sacrifican por la ciencia: pasan 60 días recostados en un estudio que simula las condiciones de microgravedad del espacio para contrarrestar la degeneración de huesos y músculos que sufren los astronautas. Su recompensa, además de 16.500 euros, es saber que están haciendo historia de la investigación aeroespacial.
El espacio siempre ha estado reservado para los gobiernos más ricos o empresas con capitales muy altos. Ahora, gracias a los pequeños satélites CubeSat, lanzar uno de estos aparatos es algo que se pueden permitir muchos más países y sectores. El ingeniero aeroespacial, Jordi Puig-Suari, es uno de sus inventores, pionero en la comercialización del espacio o New Space.
En el verano de 1969, Pedro Duque tenía seis años. Aunque sus recuerdos son un poco vagos, el primer y único astronauta español sabía en ese momento que la llegada del ser humano a la Luna marcaría la historia. Cincuenta años después, Duque, que en total ha pasado 19 días en el espacio en dos viajes, admite que ningún otro acontecimiento espacial ha superado la expectación vivida aquel 20 de julio de 1969.
El gobierno estadounidense ha anunciado esta semana una aportación adicional de 1.600 millones de dólares al presupuesto de la NASA, un empuje económico para que la agencia espacial estadounidense pueda volver a mandar vuelos tripulados a la Luna en 2024. El nombre de la nueva misión es Artemisa, en honor a la diosa griega hermana de Apolo, y donde se embarcará la primera mujer de la historia que pisará nuestro satélite.
Un equipo internacional de científicos, liderado por astrónomos españoles, ha encontrado poderosas evidencias de la presencia del segundo exoplaneta conocido más próximo a la Tierra. Se mueve alrededor de la estrella de Barnard, es 3,2 veces más grande que nuestro planeta y su temperatura ronda los –170 °C, demasiado inhóspito para la vida.