Un equipo internacional de científicos ha analizado en la cueva francesa de Arago el desgaste dental de los fósiles de animales herbívoros cazados por los Homo heidelbergensis. Es la primera vez que un método analítico permite establecer la duración de las ocupaciones humanas en yacimientos arqueológicos. La clave, los últimos alimentos que ingirieron estos homínidos.
Podría parecer que únicamente los fósiles de organismos completos dan información relevante sobre los seres vivos del pasado; sin embargo, a veces un resto muy parcial, una pequeña parte, puede proporcionar gran cantidad de información. Esto es lo que ocurre con un nuevo género y especie de pez descrito recientemente por Francisco José Poyato Ariza, del Departamento de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y David Didier Bermúdez Rochas del Museo Geominero (IGME), en un nuevo yacimiento cretácico de Cantabria.
Larisa DeSantis, paleontóloga del Museo de Historia Natural de Florida, demuestra cómo sacó las muestras de esmalte de los dientes fosilizados de llama (Hemiauchenia macrocephala), para poder determinar el nicho alimenticio del animal.
El primer estudio morfológico y biométrico detallado de los famosos dientes del yacimiento de Dmanisi (República caucásica de Georgia) llegó gracias a científicos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) y del Museo Nacional de Georgia. Éstas son las últimas imágenes de la dentadura. La investigación reafirma la hipótesis de que hace 1,7 millones de años el primer representante del género Homo no estaba en África sino en Asia.
Investigadores de la Universidad de Florida (Estados Unidos) confirman en el último número de Journal of Vertebrate Paleontology que los tiburones blancos actuales (Carcharodon carcharias) evolucionaron del tiburón mako de dientes anchos (Isurus hastalis) ya extinto y no del Carcharodon megalodon, el pez carnívoro más grande que se ha conocido, como los paleontólogos creían. Los resultados se basan en el fósil de una especie primitiva de tiburón blanco de entre 4 y 5 millones de antigüedad.
Un investigador de la Universidad de Portsmouth (Reino Unido) ha descubierto en Brasil una nueva especie de pterosaurio, el mayor de su tipo encontrado hasta ahora y el único ejemplar del grupo de los Chaoyangopteridos (pterosaurios sin dientes) que se ha encontrado fuera de China. Representa un género totalmente nuevo de reptiles voladores, que existieron hace 115 millones de años.