La Fundación Cartif de Valladolid, el Centro de Desarrollo de Energías Renovables (Ceder) del Ciemat (con sede en Lubia, Soria) y la empresa Unisolar, de la localidad salmantina de Béjar, han iniciado este año un proyecto de investigación que tiene tiene por objetivo el desarrollo de una planta híbrida con dos fuentes de energías renovables (biomasa sólida y energía solar fotovoltaica), que permita la generación de energía eléctrica y térmica para proporcionar una solución al abastecimiento energético de calidad en zonas aisladas de Iberoamérica. El proyecto, denominado Hibrelec, tiene un importante aspecto de cooperación al desarrollo para estas comunidades.
A las calderas que emplean biomasa llegan materiales muy diferentes, como astillas o pellets de distintos orígenes. Ahora, un proyecto liderado por la Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa (Avebiom) y en el que participa el Centro de Desarrollo de Energías Renovables del Ciemat, trata de establecer los parámetros de calidad de la biomasa para generar confianza en el consumidor.
Neiker-Tecnalia (Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario) ha creado un invernadero climatizado con energías alternativas que permiten reducir los costes energéticos, mejorar la eficiencia energética y aumentar el rendimiento de los cultivos. El novedoso sistema cuenta con una caldera de biomasa y paneles solares termodinámicos, que logran la temperatura óptima para los cultivos sin emplear combustibles derivados del petróleo o del gas.
La empresa pública de Medio Ambiente ha puesto en marcha el proyecto científico Ribpellet, para aprovechar los residuos de una fábrica de bobinas de madera, así como los restos procedentes de los clareos y limpiezas de bosque, para producir pieles adaptadas a los estándares de calidad de los países europeos punteros en el sector.
Un grupo de científicos de la Universidad de León proyecta la creación de una planta de biomasa forestal a escala industrial para experimentar con la producción de energía eléctrica a partir de cultivos energéticos y residuos forestales en las proximidades de Astorga. Los responsables prevén comenzar la producción experimental en primavera de 2011. Cuando esté a pleno rendimiento, la planta podrá producir 14.000 megavatios por hora, lo que cubre las necesidades de una ciudad de 10.000 habitantes en un año.
Productos químicos, fuentes de energía, aceites, pinturas… De la biomasa se puede obtener mucho más de lo que se cree, ya que se puede producir todo esto y mucho más, utilizándola como materia prima. Consciente de ello, la ingeniera María González ha buscado los tipos de biomasa más apropiados, así como las técnicas de procesado y tecnologías más adecuadas para refinarla.
Volúmen de reserva de crecimiento forestal en Suecia, obtenido con el algoritmo BIOMASAR.
El Centro de Investigaciones Biológicas (CIB) de Madrid, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), estudia cómo mejorar el aprovechamiento de la biomasa vegetal. Para optimizar el proceso de degradación se pueden utilizar herramientas biotecnológicas, como ciertas enzimas de hongos que afectan a la madera, según ha explicado hoy Susana Camarero, investigadora del CIB, en una conferencia celebrada en el Instituto de Microbiología Bioquímica (IMB) de la Universidad de Salamanca.
Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) cultivan algas que, por medio de la fotosíntesis, actúan como filtros biológicos de CO2 , capturando este gas y produciendo biomasa utilizada para alimentación humana o para la obtención de biocombustibles. Así, se mitigan las emisiones de este gas de efecto invernadero.
En la actualidad, existe una gran controversia en torno a la utilización de cultivos agrarios como fuente de energía debida, sobre todo, a la posible competencia con los cultivos para alimentación. La utilización de fuentes de naturaleza orgánica diferentes a los cultivos tradicionales para la producción de biocombustibles puede suponer la solución al debate social originado en este sector. Recurrir a fuentes alternativas a los cultivos tradicionales, como biomasa lignocelulósica y microorganismos, entre ellos las microalgas, sería más eficaz.