La digitalización y, concretamente, la inteligencia artificial no están muy extendidas en industrias tan tradicionales como la pesca. Sin embargo, esta última tecnología se utiliza ya para agilizar la obtención de datos y facilitar la toma de decisiones que favorezcan la sostenibilidad y la protección de los hábitats marinos.
Gracias a sus neuronas olfativas, los peces pueden identificar los virus y así activar los mecanismos de defensa inmunitario para evitar la infección. Así lo revela una nueva investigación que podría ayudar a encontrar tratamientos y vacunas más efectivas contra un virus similar a la rabia que afecta a las truchas y perjudica a la acuicultura.
Las técnicas de cría de animales y vegetales marinos surgieron mucho antes de lo que se pensaba, según un nuevo estudio. Un equipo de científicos canadienses demuestra que los jardines de cultivo de almejas en la isla Quadra de la Columbia Británica (Canadá) datan de hace unos tres mil años de antigüedad. Estas construcciones ancestrales fueron creadas por los pueblos indígenas costeros para alimentar a sus habitantes.
Investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona están desarrollando con la luz del sincrotrón ALBA un nuevo concepto de vacuna para proteger a los peces de piscifactoría de las principales enfermedades víricas que les afectan. Se trata de una nanopartícula administrada por vía oral junto con la comida que sería más práctica, más barata y menos estresante para los animales que las convencionales administradas por inyección.
Un robot bioinspirado, con forma de pez y equipado con sensores químicos, es capaz de detectar anomalías en el agua in situ y en tiempo real. El sistema ha sido creado por investigadores de las universidades Politécnica de Madrid y de Florencia y está pensado para ser aplicado en el control de las condiciones ambientales en piscifactorías.
La mitad del pescado que se consume en el mundo procede de la acuicultura, una práctica que podría solucionar los problemas alimenticios de las 9.700 millones de personas que se estiman para 2050. Pero, al igual que ha ocurrido con la sobreexplotación pesquera, esta industria corre el peligro de afectar al medioambiente. ¿Es posible una acuicultura sostenible?
Un estudio en el que participa la Universidad Nacional de Educación a Distancia ha analizado el discurso de pescadores locales y de las firmas de pesca industrial y ha hallado grandes divergencias entre los dos ámbitos. Según los autores, las políticas pesqueras que no reconozcan estas visiones opuestas están condenadas al fracaso y podrían poner en riesgo la sostenibilidad de la costa.
La linfocistis es una enfermedad infecciosa de peces que provoca importantes pérdidas económicas en la acuicultura. Un estudio, en el que participa la Universidad Autónoma de Madrid, sugiere un origen poliviral de la enfermedad y ofrece la primera identificación de papilomavirus en peces.
Investigadores de la Universidad de Alicante han desarrollado un método que permite cultivar una especie marina principal en combinación con otras especies capaces de aprovechar sus residuos. Además de generar un producto marino de alto valor nutricional apto para la alimentación de peces, animales domésticos y humanos a un bajo coste, la tecnología minimiza el impacto ambiental.
Investigadores de la Universidad de Sevilla, en colaboración con el Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (IFAPA), han analizado la dieta de dos tipos de caprélidos, organismos marinos diminutos que sirven de alimento para peces. Los expertos han comprobado que son capaces de reutilizar las heces de otras especies, lo que los convierte en una opción sostenible y económica para las industrias acuícolas.