Una roca de un asteroide entró la noche del 17 de junio a unos 83 km de altitud sobre la provincia de Badajoz, extinguiéndose poco después a unos 44 kilómetros de la superficie terrestre. Su entrada fue registrada por cuatro observatorios astronómicos como una vistosa bola de fuego con destellos rojos y verdes.
Estaban olvidados en un antiguo gabinete de curiosidades de Barcelona, pero científicos de varias instituciones catalanas han sacado a la luz los restos del meteorito que impactó cerca de Tarrasa un día de Navidad de hace tres siglos. Ocurrió en plena Guerra de Sucesión y los dos bandos lo utilizaron con objetivos propagandísticos.
En febrero de 2019 la nave japonesa Hayabusa 2 tocó un instante el asteroide Ryugu para tomar una muestra y traerla a la Tierra. Además de captar imágenes en alta resolución, la maniobra permitió estudiar de cerca su capa rojiza superficial, probablemente originada durante alguna aproximación al Sol, según un estudio publicado en Science esta semana.
Un asteroide potencialmente peligroso, con cerca de 4 km de diámetro, se aproximará el 29 de abril a la Tierra. Afortunadamente lo hará a una distancia 16 veces mayor que la que nos separa de la Luna, por lo que en esta ocasión no chocará contra nuestro planeta.
La comunidad científica ha debatido una y otra vez desde hace décadas la causa de la extinción de los dinosaurios no solo por la colisión de un asteroide, sino también por la actividad volcánica. Un nuevo estudio pone fin a este debate y rechaza el vulcanismo como detonante de la extinción del 70 % de las especies a finales del Cretácico.
Nuevas imágenes del asteroide Ryugu arrojan luz sobre su composición y origen y refuerzan la teoría de que un evento catastrófico fue el responsable de su formación. Además, muestran que en su superficie no hay partículas finas. Los datos, tomados por el módulo MASCOT el año pasado, se publican hoy en la revista Science.
El asteroide Bennu, clasificado como potencialmente peligroso por su proximidad a la Tierra, es más antiguo de lo esperado, con una edad de entre 100 millones y 1.000 millones de años, y características similares a los meteoritos más primitivos. En su superficie abundan los minerales hidratados y aparecen rocas grandes. Estos son algunos de los datos que ha recogido la nave OSIRIS-REx de la NASA mientras orbita alrededor de él.
Desde que en junio pasado alcanzó el asteroide Ryugu, la sonda japonesa Hayabusa 2 ha fotografiado y recogido datos sobre este objeto con forma de peonza. Las observaciones revelan que es una 'pila de escombros' de origen diverso, con minerales hidratados y rico en carbono, una información que puede ayudar a conocer mejor los ingredientes para la vida en el primitivo sistema solar.
Este lunes la nave espacial OSIRIS-REx de la NASA ha alcanzado el asteroide Bennu. Durante más de un año lo estudiará y cartografiará para preparar un complicado objetivo: descender en julio de 2020 a su superficie, recoger una muestra y traerla a la Tierra en 2023.