Los delfines han adaptado su función cardíaca para ajustar el flujo sanguíneo a la inmersión y cambiarlo sobre la marcha para equilibrar la demanda de oxígeno. Esta es la principal conclusión de una investigación que rebate la teoría de la “respuesta automática de buceo” vigente desde hace 70 años. Por primera vez, se han obtenido datos con una práctica no invasiva mediante ecografías del tórax de 11 delfines.