La capacidad de las plantas para predecir la hora, un mecanismo común a todos los seres vivos, les permite sobrevivir, crecer y reproducirse. En un estudio que se publica en el último número de la prestigiosa revista Ecology Letters, un equipo internacional ha descrito este reloj circadiano desde el punto de vista molecular, y ha encontrado una implicación ecológica: hace que los escenarios de cambio climático y las cifras de niveles de CO2 sean más precisas.