Dos artículos complementarios, publicados en Science y Cell Stem Cell por investigadores españoles, revelan que los relojes circadianos centrales y periféricos se coordinan para regular la actividad diaria de la piel y los músculos. El hallazgo sugiere nuevas estrategias para combatir su deterioro asociado con la edad.
Investigadores del Instituto de Bioingeniería de Cataluña han demostrado cómo las fuerzas físicas desregulan el reloj circadiano de las células, el mecanismo que controla los cambios fisiológicos cada 24 horas y donde la proteína YAP desempeña un papel clave. El hallazgo puede ayudar a entender mejor el envejecimiento y ciertos tipos de cáncer.
Un estudio internacional con participación de la Universidad Pompeu Fabra explica la cooperación de los ritmos biológicos de los distintos tejidos. La investigación de laboratorio en ratones demuestra que existe una red mínima necesaria para sincronizar los mecanismos que previenen la diabetes y otras enfermedades relacionadas con la edad.
Un estudio de la Universidad de Barcelona muestra cómo un mayor número de comidas diarias se asocia con un menor índice de masa corporal y un mejor funcionamiento del reloj circadiano.
Un equipo de investigación español ha demostrado que los dos principales osciladores celulares –el reloj circadiano y el ciclo celular– están estrechamente conectados. El estudio demuestra por primera vez en plantas que el reloj circadiano controla la velocidad del ciclo celular, regulando la división celular y el crecimiento en sincronización con los ciclos diurno y nocturno.
Investigadores de la Universidad de Alicante y de la Universidad de San Diego (EE UU), acaban de publicar un artículo en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America (PNAS) que saca conclusiones sobre el ritmo circadiano. Con este nombre se conoce al reloj interno que existe en los animales y las plantas y que les permite adaptarse a las condiciones, que en algunas zonas geográficas son extremadamente diversas y cambiantes.
Los cerebros de los animales no pueden controlar los ritmos biológicos si sus relojes internos están desfasados. Por suerte, una red muy estable de neuronas reloj garantiza su sincronía. Un nuevo estudio con moscas de la fruta muestra que este ritmo se rige por muchos cronómetros independientes y no uno solo, como se creía.
La capacidad de las plantas para predecir la hora, un mecanismo común a todos los seres vivos, les permite sobrevivir, crecer y reproducirse. En un estudio que se publica en el último número de la prestigiosa revista Ecology Letters, un equipo internacional ha descrito este reloj circadiano desde el punto de vista molecular, y ha encontrado una implicación ecológica: hace que los escenarios de cambio climático y las cifras de niveles de CO2 sean más precisas.
Torre de CO2 utilizada para medir los flujos de CO2 a nivel de ecosistema.
Torre de CO2 utilizada para medir los flujos de CO2 a nivel de ecosistema.