Tras más de nueve años de estudio, científicos del Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba han podido concluir que “no hay diferencia ni en el crecimiento del olivo de variedades habituales como Picual, ni en la producción, ni en el tamaño o calidad del fruto entre un olivo regado con agua no salina y otro regado con agua salina”, explica Ricardo Fernández-Escobar, responsable del proyecto. Este hallazgo amplía las posibilidades de riego de los olivareros, ya que las aguas salinas, frecuentes en tierras de pocas lluvias, en general no son beneficiosas para los cultivos ni aptas para el consumo humano. Sin embargo, este grupo científico ha descubierto que “las variedades más habituales en el cultivo toleran hasta 6 gramos y medio de sal por litro de agua”.