Si se quema un árbol o residuos forestales para obtener energía, en teoría no se está generando CO2, aunque sí se esté produciendo como resultado de la combustión. Esta extraña afirmación se explica porque el árbol ha absorbido en su vida reciente el CO2 que libera al consumirse. Pero esta combustión produce otros residuos sólidos (cenizas volantes) que no tienen aún utilidad. Investigadores del INCAR-CSIC están desarrollando una metodología para darles un fin rentable.