Tienen las mayores tasas de suicidio consumado, pero para ellos, son más letales los cigarros. Quienes presentan esquizofrenia o trastorno bipolar fuman más y de forma más intensa que el resto de la población, por lo que entre ellos la primera causa de muerte son las enfermedades asociadas al tabaco.
Así lo indican los resultados obtenidos por investigadores de la Universidad de Oviedo que trabajan en Cibersam, la mayor red nacional de investigación sobre trastornos mentales. Su área de trabajo incluye diversas aproximaciones para mejorar el diagnóstico y la calidad de vida de estas personas.
“La enfermedad respiratoria es la primera causa de muerte de nuestros pacientes con esquizofrenia y trastorno bipolar, seguida de enfermedad cardiovascular. Casi el 60% de estas personas fuman, un dato que dobla al del resto de la población. Y su forma de fumar es más perjudicial, porque apuran mucho el cigarro e inhalan más caladas”, afirma Paz García-Portilla, profesora de Psicología Médica y miembro del Grupo de investigación del Área de Psiquiatría de la Universidad.
Esta situación, que los investigadores del grupo han constatado a través de diversos estudios en colaboración con investigadores del ámbito nacional e internacional, no tiene una solución sencilla, ya que la adicción está especialmente arraigada en los fumadores con esquizofrenia y trastorno bipolar: En palabras de Paz García-Portilla, “los pacientes manifiestan que fumar les permite concentrarse mejor y mejorar los síntomas del déficit de atención asociado a su patología. Y la situación es insostenible: los científicos nos esforzamos por conocer el origen de la enfermedad, mejorar sus síntomas y prevenir el suicidio, y mientras tanto, se nos mueren por el tabaco”.
Frente a ello, el grupo de Psiquiatría de la Universidad que coordina el doctor Julio Bobes ensaya diversas técnicas para conseguir reducir la cantidad que fuman los pacientes. “Consideramos que es necesario ofrecer a los enfermos mentales graves un tratamiento de desintoxicación y deshabituación específico en vez de un cigarrillo”, incide el doctor Bobes.
Adelantarse al tiempo
En la imagen, el doctor Julio Bobes, en el centro, rodeado por los investigadores que dirige. Foto: FICYT.
Otra de las áreas en las que se centran los investigadores son los primeros episodios psicóticos, es decir: la primera vez que un joven tiene alucinaciones. “En la actualidad, el tiempo tiene la palabra, porque no existe un conocimiento que nos permita discernir si el episodio se va a repetir y si va a ser debido a esquizofrenia, trastorno bipolar o si se trata de abuso de drogas”, afirma Paz García-Portilla.
Por eso, el Grupo mantiene abierta una línea para estudiar la interacción entre los genes y el ambiente de personas en esta situación. Los 19 centros de toda España que colaboran en este trabajo (con apoyo del Ministerio de Ciencia e Innovación a través del Instituto de Salud Carlos III) lo convierten en el mayor proyecto acometido en su campo.
Además de los genes, los investigadores observan el clima familiar, la trayectoria vital de la persona, el ambiente, y si ha existido sufrimiento fetal durante el parto, entre otros factores. No obstante, aunque la genética sea un factor a estudiar, García-Portilla puntualiza: “no significa que por presentar un determinado gen, una persona vaya a desarrollar estas patologías, que son el resultado de una combinación de una serie de situaciones ambientales y varios genes”.
Explosión científica
En los últimos tiempos, no sólo ha aumentado la variedad de aspectos que trabaja el grupo que dirige el doctor Julio Bobes: “en 2009 nuestros trabajos científicos han tenido tanto factor de impacto como en el conjunto de los diez años anteriores”, afirma el catedrático. Esta explosión científica está ligada a la entrada del grupo en el Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam), que lidera la investigación nacional en este campo.
Y con este crecimiento, está cambiando también la estructura del grupo: en estos momentos está abierto un proceso de selección para contratar a dos investigadores más en el marco de nuevos proyectos. Como señala Julio Bobes, espera que el grupo aproveche la oportunidad para contribuir en el conocimiento de nuevas conexiones entre el entorno, la genética, la colaboración en el desarrollo de nuevos fármacos, la predicción de la respuesta a ellos basada en marcadores genéticos, la prevención del suicidio y la deshabituación de las drogas en el colectivo que centra sus esfuerzos. Líneas aparentemente diversas pero que se unen en una perspectiva integradora, que conecta la salud mental y la física.